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XXI Feria del Libro Antiguo y de Ocasión

Todos los años me hago el propósito de dedicar unas palabras a la verdadera feria del libro, que no es otra que la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. De modo que lo diré: este pasado viernes acaba de inaugurarse la XXXI Feria de Sevilla (una menos, si no recuerdo mal que en Madrid) y se prolongará, para gozo de bibliófilos, hasta el 8 de diciembre...

el 15 sep 2009 / 18:46 h.

Todos los años me hago el propósito de dedicar unas palabras a la verdadera feria del libro, que no es otra que la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. De modo que lo diré: este pasado viernes acaba de inaugurarse la XXXI Feria de Sevilla (una menos, si no recuerdo mal que en Madrid) y se prolongará, para gozo de bibliófilos, hasta el 8 de diciembre. Los stands se ubican, como el pasado año, en la Plaza Nueva, y, muy al contrario de otros otoños de lluvia, esta vez auguramos una buena cosecha a la Asociación de Amigos del sector.

¿Libro antiguo? Supongo que ésta es la sociedad de la fragilidad y la inconsistencia. En un mundo en el que todos y todo se descataloga, caduca y se retira pronto, libro antiguo es todo aquel, salvo honrosas excepciones que van parejas al éxito comercial, que tiene más de un año de vida, desde su publicación. Por eso todos los sellos editoriales importantes, al cabo de un año, tienen una segunda explotación en libro de bolsillo, que es algo así como una segunda oportunidad de trabajo a los cincuenta años. Juzguen ustedes.

Ah, pero a los lectores nos queda la verdadera feria, que es, a la vez que un cementerio y un paraíso de los libros, un paseo por nuestra infancia y juventud, un rincón para los sueños, la nostalgia y los silencios. ¿No han observado cómo busca el hombre el silencio en épocas de ruido? Es evidente, cada vez quedan menos espacios de silencio, pero son tan irremplazables que, a costa de su salud, el hombre los buscará siempre, y, si no los encuentra, para sobrevivir tendrá que inventarlos.

Al final, nos quedará siempre la genuina feria del libro, que no es otra que la Feria del Libro Antiguo. Y es que un lector no se nutre normalmente de novedades. Las novedades, en general, dan para poco. Primero, porque son minoría, en comparación con el libro viejo; y, segundo, porque son demasiado frágiles, a veces, demasiado inconsistentes, como la época que nos tocó. La mejor prueba es que a menudo se publican novelas para lectores que no leen. ¿Imposible? No crean. Son lectores de dos o tres títulos al año. Dinero fácil. Lo contrario de lo que significa un libro viejo, vamos.

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