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Cultura

"...Y además es imposible"

Rubén Amón recopila el anecdotario del mundillo de los toros.

el 13 ago 2010 / 19:56 h.

"Lo que no puede ser, no puede ser...", sentenció el viejo califa desde el trono de su club cordobés. Pero hay quien arrebata a Guerrita la paternidad de la sentencia, otorgándosela a Rafael El Gallo en una frecuente confusión que nunca ha sido aclarada del todo.

Pero no importa de quién partiera una frase recurrente que ha trascendido de ese singular planeta, fuente inagotable de valores, cultura, historia, ecología, tragedia y... humor.

De Cúchares a José Tomás, el polifacético periodista madrileño Rubén Amón tira de coletas de todo pelaje y condición para construir un retablo de anécdotas que viajan de las situaciones más disparatadas a las más trágicas, tomando la mítica sentencia como título global de su obra, editada por Styria.

Rubén Amón no es un observador superficial de la cáscara del toreo o un curioso que se asome a las afueras de este singular mundillo.

Aunque ahora es corresponsal de El Mundo en París, ha ejercido la crítica taurina en sus comienzos profesionales y, tal y como él mismo precisa, "he tenido la oportunidad de vivir el mundo del toro desde dentro. Y si he tenido esa oportunidad es gracias al maestro Curro Vázquez. Porque ha sido él quien, con todo el afecto, me ha permitido entrar y saber lo que es convivir con una cuadrilla, lo que es hacer un viaje por la noche o lo que es ir a un tentadero".

Esa cercanía a los actores de este peculiar drama le ha permitido verificar "cómo son de anómalos y de extraordinarios los toreros. Tienen una sensibilidad especial para ciertas cosas que los demás no podemos percibir", justifica.

El autor ha rescatado muchas de las anécdotas de la rica tradición oral que rodea a los hombres del toro. "Las he procurado dejar como estaban para que conservaran esa pátina de leyenda", señala el autor, que también ha buceado en las atribuciones más dudosas y ha tirado de su propia experiencia personal para relatar "otras más recientes, como las que he compartido con Curro Vázquez y con otros matadores, que provienen de la oportunidad de haber estado tan cerca de ellos", enfatiza.

El autor quiere recalcar que este libro está dedicado a todos los toreros: "Son unas criaturas excepcionales. Y ahora que se les trata de amenazar como si fueran un anacronismo o como si fueran unos salvajes, yo digo que son unos superdotados. Le dijeron a Esplá en la Soborna, cuando le invitaron hace unos meses no para defender la Fiesta, sino para hablar de ella, que parecía que los toreros eran unos héroes. Y respondió Esplá: ‘No, no somos héroes, somos mucho más'". Queda escrito.

Luis Miguel Dominguín: La popularidad de Luis Miguel Dominguín y su dimensión cosmopolita explican que unos empresarios japoneses del espectáculo decidieran contratarlo para una tourné nipona. Se entrevistaron con el maestro y le pidieron un presupuesto, pero no les convenció que en la cuenta aparecieran gastos suplementarios como la cuadrilla, otros matadores y el número necesario de reses bravas para organizar los correspondientes festejos. Así que le propusieron a Luis Miguel que se viniera a Japón con un solo toro y lo empleara en todas las plazas.

Curro Romero: Un currista de pro, soliviantado por la enésima espantá ofrecida en el ruedo por el Faraón de Camas en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, le espetó desde el tendido: "¡Curro, el próximo año va a venir a verte tu madre... y yo también!". Una vez le preguntaron al camero sobre su público preferido. Se suponía que Curro Romero debía pronunciarse a favor del sevillano, del madrileño o del jerezano, pero su respuesta fue, para sorpresa del interrogador: "El del tenis, porque siempre está en silencio".

Orson Welles: Los cinéfilos saben, y si no lo saben aquí queda escrito, que las cenizas de uno de los artistas más versátiles del siglo XX en el campo del teatro, la radio y el cine, y por descontado gran aficionado a la Fiesta Nacional, reposan en la finca rondeña de Antonio Ordóñez. Era una prueba de amistad entre éste y Orson Welles. La hija del cineasta se atuvo a las voluntades paternas cuando murió en 1985, de tal forma que los restos fueron ubicados en el pozo del recreo de San Cayetano. El autor de cintas de culto como Ciudadano Kane murió de un ataque cardíaco en Los Ángeles.

Morante de La Puebla: El diestro sevillano no era todavía una figura del toreo cuando lo invitaron a tentar en la finca de Paloma Eulate. El matador no parecía inspirado ni tenía demasiadas ganas de ponerse a torear en aquella ocasión. Los ganaderos apremiaban al torero, que no parecía darse por aludido, de modo que decidieron tomar sus represalias. Se negaron a invitarle a comer y a ofrecerle un vino. Y se cabrearon: ‘¿No se torea? Pues tampoco se jala', fue la respuesta a tan singular desmotivación del diestro. Seguro que todavía recuerda esta anécdota...

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