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Y aún quieren otra vuelta de tuerca

Por desgracia en los últimos días, cinco mujeres se han sumado a la terrorífica lista de las que han sido víctimas a manos de sus parejas varones. Un dato que debería hacer recapacitar...

el 15 sep 2009 / 01:21 h.

Por desgracia en los últimos días, cinco mujeres se han sumado a la terrorífica lista de las que han sido víctimas a manos de sus parejas varones. Un dato que debería hacer recapacitar si con la nueva normativa, con la que se pretendía la erradicación de esa violencia, si después de las millonarias inversiones destinadas a ese fin, y que, sin embargo están provocando la desatención de otras áreas de protección social, se están obteniendo los resultados apetecidos. Muchos que luchamos contra esa lacra pero no vivimos de ella, consideramos que nos encontramos ante un lamentable fracaso. Buenas intenciones y principios pero erróneos planteamientos y enfoques, incoherente y compleja técnica legislativa, desconocimiento de los sentimientos y emociones de las mujeres que sufren y siguen sufriendo un real maltrato sin atreverse a denunciarlo porque a las que se atreven no se las protege.

Un panorama desolador que se nos vende, por el contrario, como el paradigma de la defensa de los valores feministas. Mentira que esconde la realidad que no es de agrado y ni siquiera se permite expresar con libertad: que esa ineficaz protección se produce debido al abuso que genera la extensión de la calificación de violencia machista a cualquier supuesto de enfrentamiento en la relación de pareja y que se multiplica en los casos de ruptura. Se requiere una redefinición del maltrato que parta de la premisa de la apreciación de situaciones de desigualdad y discriminación, lo que no siempre, ni mucho menos, se produce. Eso sin tener en cuenta las espurias denuncias falsas que encuentran su ideal caldo de cultivo en las relaciones conflictivas dominadas por intereses y emociones de resentimiento y odio. La solución no puede ser la incomprensión, reclamando más dureza, si no queremos provocar nuevas situaciones más peligrosas de violencia, a no ser que, sin juicio, el denunciado ingrese en prisión a perpetuidad, pues muerto el perro se acabó la rabia.

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