Las estrellas de colores están hechas con botellas de dos litros, pintadas; las bolas de nieve, con vasitos comprados en los chinos; los enganches de las bolas de Navidad son tapones de matamoscas. Pero la historia no empieza así, a decir verdad. La historia empieza una tarde de septiembre con una de esas típicas ocurrencias, en principio aparentemente absurdas, que suelen tener dos jóvenes amigos cuando se ponen a darle vueltas a la cabeza. Y todo porque el Ayuntamiento, suponían ellos (y suponían bien), no iba a tener caudales este año para poner decoración navideña en las calles del pueblo. El pueblo es Villanueva del Río y Minas, y los dos amigos eran (y son) Manuel Barroso Murillo, de 26 años, y Antonio Jesús Gómez Chamizo, de 27.
"Viendo que no había dinero para nada, y que menos todavía iban a tener para los adornos de Navidad, Manuel, más conocido como Barroso, me comentó que por qué no los hacíamos nosotros con botellas usadas y esas cosas. Yo en seguida le dije que para adelante. Enviamos un proyecto al Ayuntamiento y de seguida nos dijeron que sí (la verdad es que aceptaron encantados, diciendo que les habíamos salvado la vida) y nos dejaron la nave que tienen en el polígono industrial Los Majadales, y allí estamos todas las tardes, de lunes a viernes, recogiendo las botellas que los vecinos nos traen y convirtiéndolas en estrellas." Dice Antonio Jesús Gómez que llevan así desde primeros de octubre, y que no son únicamente ellos dos quienes están transformando todo el material que recogen o que les envían (más de mil botellas, de momento) en adornos, sino que son muchos vecinos los que están echando una mano o las dos, según sea menester. Y lo que es mejor aún: los niños del pueblo. "Fuimos a los colegios a pedir que nos ayudaran con materiales reciclados, y ha sido un éxito. Tenemos muchos adornos hechos por los alumnos de los colegios públicos Virgilio Fernández Pérez y Villanueva del Río, y del IES Munigua", comentaba ayer Gómez.
Pero los chiquillos del municipio han hecho mucho más que colaborar: han sido la inspiración de toda esta odisea. "Sí, porque todo esto lo hemos hecho pensando en los niños, que qué culpa tendrán de si hay dinero o no. Cuando yo era niño me encantaban las calles adornadas de Navidad, y no nos parecía bonito que ellos no las tuvieran."
La historia es una preciosidad, hasta que hay que ponerse a pintar miles de plásticos uno por uno, a engancharlos... en fin, que es un trabajón de mucho cuidado. Y encima, por mucho reciclamiento que hubiera, algunas cosas había que comprarlas: el charol, las pelotas de plástico para hacer bolas, los vasitos, los celofanes... "Total, que decidimos hacer una rifa, y el pueblo se volcó. Hicimos 500 papeletas de un euro y se vendieron casi todas, pero al final nos hemos gastado poco más de la mitad de lo recogido, unos doscientos y pico o trescientos euros. Así que el dinero restante se nos ha ocurrido que vamos a invertirlo en juguetes para los niños de las familias más necesitadas del pueblo, para que también tengan sus regalitos esta Navidad." Como lo lee. Diga usted ahora si lo suyo no es que el Ayuntamiento les dé un homenaje a estos dos paisanos, Barroso y Gómez, vecinos de un pueblo cuyas famosas minas no han dado nunca nada mejor, a lo que se ve, que semejantes corazones solidarios. Ahora toca esperar a ver si cunde el ejemplo.
Pero por lo pronto, en la nave municipal de Villanueva del Río y Minas hay unas 300 estrellas de colores, caramelos gigantes, bolas de colores ("sin luz, eso ya lo haremos para el año que viene") listas para ser colocadas e inauguradas el día 14 de este mes tanto en las calles del centro como en algunas barriadas. Y por lo visto, cuentan ellos que el alcalde, Francisco Barrera, va a ser el primero en colocar estrellitas hechas con botellas de refresco y campanas sacadas de garrafas de aceite. Felicidades.
