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Y la ciencia pidió paciencia

El Getafe, un animal sin las garras turgentes, se disfrazó del fiero rey de la selva y asedió a su dócil presa. La ciencia pidió paciencia y el Betis exhibió el rostro de los mortales.  

el 26 sep 2011 / 22:10 h.

Matilla controla el esférico en presencia de Pedro León.

Getafe, 26 de septiembre de 2011. Goitia, Chica, Mario, Dorado, Nacho, Salva Sevilla, Matilla, Iriney, Jefferson Montero, Jonathan Pereira y Santa Cruz. Heliópolis, 30 de diciembre de 1934. Urquiaga, Lecue, Aedo, Peral, Gómez, Larrinoa, Timimi, Adolfo, Unamuno, Caballero y Saro. 77 años de viaje imaginario entre una alineación pretérita y otra reciente. 77 entre un reto y un sueño. El Betis de O'Connell y el de Pepe Mel. El de los obreros y la masa social infinita.  

Ante un rival en fase de depresión, los pupilos del madrileño claudicaron y fueron incapaces de igualar el inicio más brillante de su centenaria y prolija historia. ¿Vértigo? ¿Exceso de azúcar? ¿Realidad o ficción? El Getafe de Luis García Plaza, un tipo con vocación ofensiva, se erigió en el verdugo de un plantel que había recobrado la fe y la confianza de una afición entregada a la calculadora.

El Betis de ayer adoleció de eficacia y calma. De paz y sosiego. De un guía que asumiera el papel de cerebro. Beñat, una especie de pequeño genio, tímido, constante, sacrificado y eficiente, es insustituible en el austero y renovado proyecto. De sus botas emanan el criterio y la imaginación y del colectivo la fidelidad a su ideario. El Betis propone y el vasco dispone.

En una Liga bipolar y en riesgo de cortocircuito, el cuadro de Heliópolis es una grata sorpresa y un guiño cómplice del destino, aquel que regaló una Liga de alto voltaje a los contribuyentes de La Palmera en el curso anterior. El gentío, contagiado por una especie de rebelión de las clases obreras en la nobleza de Primera, desfiló triste por las calles de Sevilla en una extraña noche de lunes.

El discurso de Mel tras la derrota fue claro. Firme y sin balbuceos, el madrileño criticó la imagen ofrecida en el Coliseum, donde el conjunto heliopolitano recreó fielmente la persecución de los leones a los esclavos. El Getafe, un animal sin las garras turgentes, se disfrazó del fiero rey de la selva y asedió a su dócil presa. La ciencia pidió paciencia y el Betis exhibió el rostro de los mortales.

El histórico pleno se esfumó al son de una noche otoñal. Con calor en la atmósfera y frío en la mente inerte de un bloque que perpetró una primera mitad infame. Con la lógica de la competición, el repliegue hacia trincheras más reales será inevitable, pero el Betis, el de Pepe Mel y O'Connel, podrá ejercer de líder en el Bernabéu... Qué saeta cuartelera.

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