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Cofradías

... Y Sevilla quedó en silencio

La Vera-Cruz salió en horario pero la lluvia la sorprendió de regreso a su templo.
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el 29 mar 2010 / 20:05 h.

A esas horas las nubes parecían ya un mal recuerdo y los sevillanos comenzaban a tomar las calles ávidos de Semana Santa; incluso de esa fiesta sacra enjuta, sin aspavientos, con ese ejemplo ascético y espiritual de la Sevilla más barroca que es la cofradía de la Vera-Cruz.

Las escasas dudas sobre su salida que hubo desde que enfilaron las primeras horas de la tarde convirtió la confluencia de las calles Baños, Teodosio y la propia Jesús de la Vera-Cruz en un hervidero: adolescentes en pandilla, familias al completo ocupando las balconadas colindantes y cofrades en el sentido más estricto del término guardaban un silencio más que respetuoso a las 19.47, cuando una vaporosa música de coro alertaba del inicio de la estación de penitencia de la hermandad.

Horario previsto y recogimiento esperado. Poco más se puede añadir a esta cofradía que cumple cada año a la perfección con esa estremecedora reflexión sobre la vida y la muerte que es la Semana Santa. Poco a poco, el cortejo de la Vera-Cruz iba abandonando su templo para buscar la Carrera Oficial a través de la calle Virgen de los Buenos Libros, contraviniendo el itinerario de años anteriores, cuando lo hacía por Baños y la Gavidia.

Había silencio, pero se pedía aún más. Salía enterrado en un monte de lirios el Cristo de la Vera-Cruz y sólo una saeta de voz femenina, a ras de suelo, fue capaz de romper el mutismo de la calle. Ni un solo aplauso, ni un sólo chist para reprender al despistado que se siente animado por el folclore. Y es que, el auditorio que acudió ayer a ver la salida de la Vera-Cruz era eminentemente sevillano, conocedor de la idiosincrasia de la hermandad. Más tarde, con la Virgen de las Tristezas asomando a la calle, se repite la ceremonia. La voz femenina reitera su lamento. La calle enmudece y sólo el rachear de las alpargatas de los costaleros permite seguir el ritmo de la cofradía camino de la Campana.

Pero la suerte no estaba de su mano y la lluvia sorprendió a la Vera-Cruz a su regreso. Un intento frustrado de cobijo en El Salvador y paso de mudá finalmente para un triste camino a casa es el balance de un desolador Lunes Santo.


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