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¿Y si acabo cantando 'El Macetero'?

Llevo un mes sin fumar y ya me está cambiando la voz: ayer por la mañana, al levantarme, como hago siempre, canté la debla de Tomás en el cuarto de aseo y me salió un sonido increíble, limpio, afinado, dulce como la miel de Castilblanco.

el 15 sep 2009 / 18:20 h.

Llevo un mes sin fumar y ya me está cambiando la voz: ayer por la mañana, al levantarme, como hago siempre, canté la debla de Tomás en el cuarto de aseo y me salió un sonido increíble, limpio, afinado, dulce como la miel de Castilblanco. ¡Qué maravilla! Creo que de aquí a un año, si no vuelvo a fumar un cigarro, puedo cantar las tarantas de Marchena sin ningún problema. Cuando yo era niño cantaba como un jilguero, pero Antonio Mairena me dijo un día, en su casa, que los jilgueros no eran muy flamencos y, como yo quería serlo, comencé a castigarme la voz para sonar como Juan Talega, Perrate y Tomás Torre. No se puede ir contra la naturaleza de uno mismo; el que tiene una voz tiene que aceptarla y no cambiarla a su capricho o el de los demás. Estoy recuperando mi voz natural y soy feliz cantando los fandangos del Pena hijo y las alegrías de Vallejo. Pero volveré a fumar si veo que puedo acabar cantando El Macetero, de Antonio Molina. Todo tiene un límite.

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