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Ya está el pan bendito

La Colegiata de Santa María de las Nieves de Olivares registró ayer un lleno absoluto. Centenares de abuelas, madres y niños se acercaron con sus cestas adornadas y cargadas de roscas y palomitas para ser bendecidas con motivo del día de San Blas y evitar con ello las afecciones de garganta.

el 15 sep 2009 / 22:07 h.

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La Colegiata de Santa María de las Nieves de Olivares registró ayer un lleno absoluto. Centenares de abuelas, madres y niños se acercaron con sus cestas adornadas y cargadas de roscas y palomitas para ser bendecidas con motivo del día de San Blas y evitar con ello las afecciones de garganta.

La tradición se remonta a tiempos inmemoriales. Conchita que ya supera los 60 años recuerda cuando venía con su madre y con su abuela "y ya ellas contaban que venían de chicas". Ahora viene con dos sobrinas-nietas, Natalia y Paula, "porque todavía no están en el colegio". Y es que, aunque sea una fiesta que congrega a todo el pueblo no es festivo y el colegio sigue. El año pasado cayó en domingo y no se cabía. Como anécdota recuerda que "hace cincuenta y tantos años nevó y no pudimos venir con los roscos".

Muchas abuelas han llegado hasta la iglesia con cestas adornadas con lazos y cargadas, "para repartirlas luego con mis hijos y mis nietos", afirman y resaltan que "el pan bendito no se tira. Lo que queda después de repartirlo entre las familias se da para que se lo coman los pajaritos y los animalitos", señala.

"Yo vengo desde que me traía mi abuela y mi madre y ahora tengo cuatro nietos, aunque sólo va a poder venir uno", destaca Lourdes que un rato después tiene en sus brazos al pequeño Ramón. "Dicen que San Blas era milagroso y es el patrón de los males de garganta", que no de Olivares, cuyo patrón en San Sebastián, aunque sí goza de gran devoción en el municipio aljarafeño. "Antes era un día de parque, de ir al campo, de merendar por ahí todos juntos. De cuando yo era chica ha cambiado la vida mucho, pero lo de la bendición del pan se mantiene", afirma.

También toda la vida lleva trayendo sus roscas y panes María Rosario que ayer fue con su hijo Francisco. "Las palomitas -una especie de torta de pan con cabecita, ojos y una pluma- y estos roscos sólo lo hacen para esta fiesta en las panaderías del pueblo". En el recuerdo, "mi madre siempre nos daba un trocito cuando nos dolía la garganta y yo lo sigo haciendo. La guardo todo el año y no sé si será fe o qué, pero se te quita el dolor", asegura.

En alto. A mediodía de ayer los vecinos no cabían en la iglesia, cuando el párroco se dispuso a bendecir el pan mientras las cestas permanecían en alto. "Ya está el pan bendito".

De esta forma María Ángeles, una joven olivareña de 27 años, reafirmaba su devoción. "Antes venía con mis padres y ahora lo hago con mi marido -Juan Antonio, un trianero que lleva tres años en el pueblo-. "Me trajeron la primera vez con tres meses y me ataron en el brazo una palomita". En su cesta, adornada con lazos rojos y blancos -los colores del santo- y azul y amarillo -los de la bandera de Olivares- y el pañito de croché -"o se hace bien o no se hace", afirma- ha traído roscas de parte de sus vecinos y de su familia, "y ahora a repartirlas por las casas".

Al concluir, atasco de cochecitos bajando por la rampa y de personas mayores bajando con cuidado por la escalinata del templo. El año que viene volverán y durante éste guardarán con devoción -o superstición- una palomita que les guarde de los males de garganta.

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