En la vieja y, en esto, aburrida Europa, las campañas electorales pasan desapercibidas en la calle porque se sustancian en pocos actos, por lo general, desarrollados en la televisión. Los 700.000 espectadores del debate de Canal Sur son bastante más de lo que en toda la campaña han logrado reunir todos los partidos políticos juntos. Y, al cambio, ha resultado bastante más económico y más ilustrativo que algunos mítines asilvestrados. Pero todo tiene su liturgia y, por lo visto, hace falta picar espuelas para animar a la gente a algo tan moralmente obligatorio como es ir a votar. ¿Qué puede haber tan importante que te impida votar?
Llevo quince días deseando ir a votar y, más aún, deseando saber el resultado. No entiendo a los abstencionistas. Te están dando a elegir entre varias opciones que cubren todo el arco político factible. Y entre ellas, ya sabemos que sólo tenemos dos capaces de gobernar. No hay más. Ni hay espacio para frivolidades ni para los apáticos. Que no es lo mismo unos que otros es una obviedad. Pero en caso de duda, ayudan a decidir los apoyos de cada uno. Veremos el domingo si es más confortable estar del lado de los partidos a quienes apoyan Baremboin, Carlos Fuentes, Serrat o Nuria Espert que de los que reciben su apoyo de Rouco y su gente, del columnista del gato y demás parientes. La gente lee esas crónicas y cuando piensan en algunos de los que desean el triunfo de los suyos se dicen: "yo con esos no voy ni a la esquina".
Abogado. crosadoc@gmail.com