El campo de batalla está servido: a ocho meses de las elecciones municipales, los candidatos de PP (Juan Ignacio Zoido) y PSOE (Juan Espadas) han empezado el curso político intentando dar la imagen más cercana posible al ciudadano, haciendo ver que son como ellos, que entienden sus deseos y sus problemas. Ya no vale sólo con hacerse la típica foto visitando un barrio, ahora se va más allá y se asegura que lo que de verdad importa, más allá de los grandes proyectos, son las personas. Que al final son las que votan, dicho sea de paso.
El fin de semana ha servido de termómetro de por dónde van los tiros. El sábado fue el día de Zoido, que montó un buen espectáculo en el Palacio de Congresos para dirigirse a los simpatizantes... porque los que estaban allí no eran afiliados, como repitió más de una vez. El acto fue cercano, hablándole a la gente de tú, por su nombre, a vecinos de Juan XXIII, de Regiones Devastadas... Al final se puso en el pasillo de salida y prácticamente saludó a todos los asistentes uno a uno, después de hablarles de cosas cotidianas y casi ni referirse a PSOE e IU, haciéndoles ver que los protagonistas eran ellos, no la política.
Ayer fue el turno de Espadas, que en una entrevista en la Cadena Ser reiteró que lo suyo va a ser la “micropolítica”, un trabajo “más directamente en barrios” y que para nada será un alcalde de “grandes proyectos” como por ejemplo el famoso Metropol Parasol de la Encarnación. ¿Significa esto que rehuye de lo hecho por Alfredo Sánchez Monteseirín? Ni mucho menos, porque subrayó que pondrá en valor el legado que deja el todavía alcalde.
En esto de captar al factor humano ya se esforzó la semana pasada en su intervención en el Comité Provincial del PSOE sevillano, en el que lanzó el mensaje de que “el principal valor en esta campaña está en escuchar a la ciudadanía”. “Sólo el capital humano puede poner en valor todas las potencialidades de un territorio”, apostilló. Por cierto, que aprovechó para decir que “Sevilla no quiere un alcalde de la derecha y triste”.
Pero como no sólo de estrechar manos y visitar barrios puede vivir el político, ambos candidatos han arropado su mensaje de un cierto andamiaje teórico. Zoido lo ha bautizado como Ya, Sevilla, una campaña ciudadana con la que quiere pescar en los caladeros que no son los de sus votantes tradicionales. Por eso repite que arreglar los problemas “no es de izquierdas o de derechas”, un paso más en su línea de suavizar el perfil, de intentar hacerle ver al votante socialista desencantado que no es ningún lobo feroz que se va a comer todos los proyectos con el sello del actual gobierno local. Que se puede confiar en él, vamos.
Espadas, por su parte, lanzó el viernes su idea de mejorar los presupuestos participativos para hacerlos más globales y que pueda dar su opinión cualquier ciudadano. Esta fórmula, un documento que Monteseirín rubricaba en sus campañas comprometiéndose a hacer lo que pedían las entidades sociales, se abriría para que cualquier vecino, a título particular, diga qué es lo que cree prioritario en su barrio. Es decir, más micropolítica, una forma de que cualquiera llegue al candidato.
Eso sí, a los míos que ni me los toquen, vino a decir también el viernes. En un acto en San Jerónimo, Espadas subrayó que ya se le ha visto el cartón a Zoido, que acude a los barrios “a sacar partido cuando hay una polémica, para intentar recoger el cabreo”. Los barrios, dijo, son de gente trabajadora, “y la gente trabajadora vota al PSOE”. Pero entre estos trabajadores, entre los más cabreados con el gobierno municipal por lo que sea, es donde Zoido confía en pillar el puñado de votos que le ayude a sellar la ansiada mayoría absoluta que necesita si quiere gobernar en Sevilla. Por cierto, que Espadas ya está repitiendo también que “no son las políticas socialistas las que han generado la crisis económica”.
Y a todo esto, ¿qué hace IU? Pues sigue a lo suyo, intentando huir de mensajes populistas pero con la seguridad de que pegará un subidón en concejales si, como dice Antonio Rodrigo Torrijos, captan a los beneficiarios del bonobús solidario o del carril bici. Que no son pocos, la verdad.
