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Yunque o martillo

En los despachos de Madrid nunca se han tomado demasiado en serio lo de la deuda histórica de Andalucía. Altos prebostes de los gobiernos socialistas y populares fruncían la frente pero no aflojaban la mosca. Cuando lo han hecho ha habido más de huevo que de fuero.

el 15 sep 2009 / 11:44 h.

En los despachos de Madrid nunca se han tomado demasiado en serio lo de la deuda histórica de Andalucía. Altos prebostes de los gobiernos socialistas y populares fruncían la frente pero no aflojaban la mosca. Cuando lo han hecho ha habido más de huevo que de fuero. Existió una voluntad in extremis del último Gobierno de González -1996: con 15 años de atraso- para el primer adelanto. Y ha habido un segundo pagaré anticipado hace unos meses. 400 millones de euros en total a cuenta de los 1.200 mínimos que aceptará Andalucía. Pero eso es sólo dinero. Aunque a Zapatero y Solbes se les llene la boca -y a Rajoy y Arenas, instrumentalmente- reconociendo la mal llamada deuda histórica, en realidad para las cosas de las perras, históricamente, sólo han contado Cataluña con sus singularidades indentitarias y el País Vasco con el mangazo constitucional del cupo vasco.

Pero Andalucía tiene una deuda por cobrar. O el Estado tiene una con Andalucía, según se mire, por más que sea discutible el concepto de débito entre el Estado y Andalucía. Pero lo que cuenta es la realidad y lo cierto es que el Estatuto Andaluz de 1981 recogía una disposición por la que el Estado debería compensar a Andalucía para la nivelación de servicios tras la asunción de competencias. Y el nuevo Estatuto -pactado con el PP, aprobado en las Cortes y en referéndum- no sólo consolida el concepto acuñado en 1981 sino que fija la fecha de este 20 de septiembre como límite para su cuantificación. La disposición adicional segunda de marras fue durante muchos años sólo del interés de la arqueología estatutaria, hasta que el portavoz de IU Luis Carlos Rejón lo recuperó como deuda histórica, un concepto que ha resultado nefasto. Rejón sigue haciendo daño a Andalucía hasta después de (políticamente) muerto. El mero concepto ha confundido, obstaculizado su liquidación y ha encendido a otras comunidades: en esta España autonómica todo el mundo cree que el Estado tiene deudas históricas pendientes. Pero no conviene engañarse. El PSOE, después de capear el temporal los años de la pinza PP-IU, la utilizó contra el Gobierno de Aznar. Ahora se ha convertido en un problema creado por los políticos y es a los políticos a quienes toca resolverlo. Pese a que el Parlamento andaluz ha fijado en 1.148 millones su importe, PP e IU, con toda frivolidad y desahogo han elevado el tiro a 3.500 y 7.500 millones. Así, seguirán pensando en el resto de España que somos los campeones del subsidio, profesionales del pedir dinero sin límites en vez de entender que somos, simplemente, una comunidad que exige el cumplimiento de un precepto estatutario aceptado por los actores principales del enredo. Ni más, ni menos.

Rompiendo abruptamente con la trayectoria de apoyo y amparo al gobierno de Zapatero, el PSOE andaluz y la Junta -por boca de Luis Pizarro y José Antonio Griñán- le han lanzado un órdago. Han advertido al Gobierno amigo que si no cuantifica la deuda antes del sábado próximo no apoyarán el modelo de financiación. Francamente, no creo que ocurra. Primero, porque la propuesta de modelo tiene a Andalucía como madre biológica. Y segundo, porque no está en la genética del PSOE andaluz desairar a un Ejecutivo de su mismo signo político. Pero el PSOE andaluz ha hecho lo que tenía que hacer: en este envite también se juega su prestigio y credibilidad. Seguramente hay un juego de estrategias subterráneas que no afloran aún. Posiblemente a Andalucía no le interese del todo arreglar el pago de la deuda -que no será inferior a 1.200 millones- antes de que el sistema de financiación esté pactado porque así mantiene una palanca para hacer presión. A nadie se le escapa que sin Andalucía no habrá sistema de financiación porque es el punto de equilibrio entre la tensión centrífuga del eje Cataluña- Valencia-Baleares (que ha estado infrafinanciado respecto a su crecimiento poblacional) y el eje Galicia-Asturias-Castilla León (que reclama más dinero por la dispersión y el envejecimiento de su población). Quizás pueda haber una solución prevista de la que aún no se ha hablado y que esté vinculada a la Ley de la Dependencia, un instrumento que, con la solidez financiera, podría resolver parte del problema al compensar generosamente a los territorios más despoblados. Pero a Andalucía también le ha llegado su hora y el PSOE sabe que estará solo, no podrá contar con los demás partidos.

Es la hora de decidir si en determinados momentos toca golpear siendo martillo o aguantar los golpes igual que el yunque, como recordaba el martinete de La vida breve que esta semana dirigía con brillantez Pedro Halfter. A veces en la vida hay que decidir y la diatriba es dolorosa: aguantar el golpe de los tuyos o golpearlos preventiva y anticipadamente. Cualquier cosa con tal de olvidarse ya de la pesadilla de la manoseada y mal llamada deuda histórica.

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