El Consejo de Ministros daba ayer vía libre al pago de 300 millones de euros en concepto de anticipo de la deuda histórica que el Estado debe desembolsar a Andalucía tal y como fija la Disposición Adicional Segunda del Estatuto de Autonomía. Esa cantidad se descontará, junto a los 120 millones de euros que ya devolvió a los andaluces el Gobierno de Aznar en 1996, a la cifra total de la deuda que aún no ha sido valorada definitivamente, aunque el PSOE andaluz ya maneja una cantidad que ronda los 1.500 millones de euros. Y aunque el propio Gobierno y la Junta deben cerrar un pacto definitivo sobre la cuanticación del saldo no más allá del 20 de septiembre de este año el paso dado por Zapatero, sin haber siquiera estrenado su Gobierno tras el 9-M, no sólo responde con rigor a los compromisos adquiridos. También supone una zancada decisiva para culminar la devolución de un dinero que pertenece a Andalucía. Es seguro que el presidente del Gobierno cumplirá también rigurosamente los plazos para pagar la totalidad de la cantidad que al final se defina y que expiran justamente dentro de dos años. Pese a que este pago por entregas no ha estado libre de la crítica de la oposición política, que la compara con la repuesta global -dice- dada por el Gobierno a Cataluña en otra reclamación pendiente, la realidad es que los andaluces están ya mucho más cerca de ver satisfecha una vieja reclamación a la que el nuevo Estatuto de Autonomía ha propinado el empuje definitivo para su resolución. Ya falta menos para culminar un proceso al que Andalucía ni podía ni quería renunciar. En menos de dos años la tan traída y llevada deuda histórica de Andalucía pasará definitivamente a ser lo que su propio nombre especifica: histórica. Nada ni nadie por tanto puede poner ya zancadillas a esta operación que se verá especialmente engrasada al ocupar La Moncloa una administración del mismo color que la andaluza. El cobro definitivo de la deuda habrá sido una tarea de los gobiernos cuando culmine, pero un acto de justicia para con todos los andaluces sin excepción.
