Cultura

«Zapatero es sólo un lector más, y punto»

El poeta y premio Cervantes 2006 regresó a Sevilla para participar en el encuentro 'Factor Humano'. Convencido de que los reconocimientos no ayudan a escribir mejor, no rehúye cuestiones espinosas, como la controversia sobre Ángel González que le enfrentó con varios escritores españoles.

el 15 sep 2009 / 23:40 h.

El poeta y premio Cervantes 2006 regresó a Sevilla para participar en el encuentro 'Factor Humano'. Convencido de que los reconocimientos no ayudan a escribir mejor, no rehúye cuestiones espinosas, como la controversia sobre Ángel González que le enfrentó con varios escritores españoles.

-No hace mucho era usted un poeta casi de culto, y en pocos años han empezado a lloverle los premios. ¿Puede ser el mismo Gamoneda entonces y ahora?

-Salvo el hecho, no siempre bienvenido, de que tengo que viajar más de lo que conviene a mi salud, sigo siendo el mejor poeta de mi barrio, que tiene tres portales. No creo haber modificado en nada mi manera de estar en el mundo y en la poesía. Estoy seguro de que al día siguiente de recibir los premios, mis poemas no eran mejores que el día antes.

-Que Zapatero diga que Gamoneda es su poeta, ¿es una bendición o una carga?

-Tiene de las dos cosas. Es completamente cierto que a Rodríguez Zapatero lo conocí de niño, porque soy íntimo amigo de su padre. Puede que él recuerde que le tiraba cariñosamente de la oreja, no sé, creo que debo concederle como lector un crédito. Pero para mí es un lector más, un lector y punto.

-Un notable grupo de poetas le considera un maestro. ¿Qué cree haberles enseñado?

-La verdad, nunca he tenido la voluntad de ejercer el magisterio. Además, es inútil cuando se trata de un poeta de raza, que es distinto de quien lo es por una especie de acomodación cultural que tiene cierto prestigio. Por ejemplo, Gil de Biedma, un hombre inteligentísimo, con gran capacidad crítica, era capaz de escribir bien, pero siempre desde la sabiduría que se aprende, no en la que se adquiere por una vía que no sé si llamar genética. Para mí, un poeta de raza es Claudio Rodríguez, que con 17 años escribió un libro genial aunque a esa edad sabía muy pocas cosas.

-La corriente que representa Gil de Biedma ha sido hegemónica en España, aunque ahora parece que domina la pluralidad.

-Lo cual es muy natural. Los epígonos de la llamada e inexistente generación del 50 -y el propio Gil de Biedma confesó que todo fue una operación de márketing- son todos iguales, y eso produce cierto aburrimiento.

-¿Qué le interesa de la poesía actual?

-Estoy en una edad en la que ya no hay esa atención tensa, esa necesidad de conocer qué es lo último que se está haciendo. Fíjese, a Sevilla me he traído las Soledades de Góngora. A veces encuentro cosas nuevas espléndidas, y a veces libros francamente neutros, pero como ya no voy a estar en la punta de lanza de nada, soy más que nada un relector.

-También es verdad que Góngora se conserva muy bien.

-¡Sí, ya quisiéramos!

-Y los jóvenes, ¿qué buscan en una poesía doliente como la suya?

-Tal vez los poetas jóvenes prefieran una poesía no programada, como es la mía. Porque los poetas como García Montero, Benítez Reyes, Marzal, sí tienen un programa poético. No los desprecio, todo lo contrario, los valoro. Pero vuelvo sobre lo de antes, hay quien es poeta por la capacidad intelectual de adquirir saberes poéticos, y quien nace con los neurotransmisores contaminados de poesía.

-Sus declaraciones sobre Ángel González también le enfrentaron con ese grupo. ¿Tiene algo que añadir al respecto?

-No retiro ni una sola palabra de las que dije sobre mi amigo, lo subrayo, mi amigo Ángel González. A Ángel le ocurrió lo que nos va a ocurrir a todos, lo que le pasó a Guillén, a Dámaso Alonso, a Alberti, y es que hubo un momento que empezó a declinar, porque la poesía se va. Con todo mi cariño hice ese comentario, y lo mantengo. Esos muchachos de la experiencia querían a Ángel González de una manera que quizá fuera buena, porque él estaba enfermo no sólo del corazón, también de soledad. Ellos le acompañaron, pero también lo usaron como bandera, y ahí es donde digo que fue utilizado. Esto les cabreó, exageraron mis palabras y llegaron al insulto. Alguien me dijo que podía llevar a juicio a Sabina y a Almudena Grandes, pero ¿usted me imagina a mí en eso?

-Hace 15 años escribió: "No tengo miedo ni esperanza".

-Nada ha cambiado. Estoy en las mismas.

-¿Aunque el miedo y la esperanza se hayan convertido en las dos monedas de cambio más corrientes?

-Quizá precisamente por eso.

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