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Zapatero sacrifica su ideario

La crisis fuerza al presidente a renunciar al discurso que ha abanderado seis años.

el 15 may 2010 / 19:51 h.

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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

14 de marzo de 2004:"No os fallaré". 6 de septiembre de 2009: "Mantendremos las políticas sociales porque ése es el camino por el que vamos a transitar para llegar a la recuperación". 31 de enero de 2010, ante cooperantes españoles en África: "La ayuda al desarrollo no se toca pese a las dificultades económicas".

El autor de las frases anteriores es el mismo que el pasado miércoles llevó a cabo un recorte de los sueldos públicos sin precedentes, congeló las pensiones, suprimió el cheque-bebé, limitó la Ley de Dependencia y recortó en 600 millones de euros la ayuda al desarrollo.

Ese miércoles marcó un antes y un después en la estancia de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. Al presidente se le cayó el discurso mantenido durante seis años y la caída no sólo dolió, sino que hizo ruido, mucho ruido. El propio líder socialista, que había prometido por activa y por pasiva que "los más débiles" no pagarían la factura de la crisis, reconoció tras anunciar su tijeretazo en el Congreso que habría ciudadanos que no entenderían su decisión. Y los hubo. Porque, con toda probabilidad, muchos españoles entenderán que "los más débiles" son precisamente, los pensionistas o quienes estén postrados en una cama y necesiten de la ayuda continua de un cuidador.

La crisis ha obligado a Zapatero a darle la vuelta a unos principios que siempre ha calificado de inamovibles, a un cambio de rumbo contrario a su propia ideología. Precisamente, tras su primera legislatura las políticas del presidente fueron encasilladas a la izquierda de la izquierda:Sacó a las tropas españolas de Irak, legalizó el matrimonio homosexual, aprobó la Ley de Igualdad y la de Dependencia. Y así, utilizando lo que en marketing se denomina estrategia de nichos -ganándose a los electores a través de acciones concretas dirigidas a pequeños segmentos de la población- Zapatero ganó unas segundas elecciones.

Entonces prometió seguir a la izquierda de la izquierda, continuar siendo optimista, como él es, mantener el talante y no tocar las políticas sociales, la razón de ser de su Gobierno.
lo inevitable. Pero entonces la crisis económica se hizo evidente. Más tarde, se hizo insoportable. Y el hecho es que, contra las propuestas del PP y de muchos agentes internacionales de aplicar medidas más contundentes, Zapatero mantuvo su promesa. España entró en recesión, el déficit se disparó, y el presidente seguía siendo -según muchos- tibio en sus decisiones.

Pero, justo cuando los brotes verdes empezaban a verse de verdad -el pasado 7 de mayo el Banco de España anunció un tímido crecimiento de la economía del 0,1% en el primer trimestre del año-, las circunstancias cambiaron. Y quizá con eso no había contado ZP cuando prometió a los jóvenes socialistas en Ferraz que no les fallaría. Porque Zapatero es el presidente del talante, del optimismo, de la protección social. Pero, como todos, carga con sus circunstancias, algo que acabó de entender hace sólo cuatro días, después de que Barack Obama -que sí lo entendió a tiempo- le diera algunos consejos.

la concesión. El propio presidente español lo explicó así ante una oposición enfadada:"Es una respuesta sencillamente inimaginable sólo unos días antes [...] en unas circunstancias que carecen por completo de precedente". Cierto que Zapatero sigue siendo el mismo, cierto que su ideario no ha cambiado, pero se ha visto obligado a ofrecérselo como sacrificio a Europa para la tranquilidad de los mercados y la estabilización del euro. Porque el pasado fin de semana fue quizá el más tenso de su mandato. Grecia había caído y Bruselas pidió toda la carne en el asador para combatir el euro, especialmente a España, Irlanda y Portugal. Por eso la UE y el FMI han aplaudido las medidas de recorte del Gobierno. Por eso los socialistas están con Zapatero y el ex ministro de Economía Pedro Solbes, calificó de "valiente" el tijeretazo. Es decir, todo apunta a que no había más remedio.

Y, pese a ello, hay algo que puede hacer sonrojar aún más al presidente. Si bien éste ha sido el más escandaloso, no ha sido su primer cambio de rumbo en política económica. Desde que por fin se atrevió a reconocer la crisis, sus medidas han estado plagadas de contradicciones, empañadas por el "donde dije digo digo Diego". Algo que, regado con la saña del PP -que se ha afiliado desde el principio al "¿De qué se trata, que me opongo?"- puede terminar hiriendo de muerte la credibilidad de Zapatero.

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