El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió ayer en Afganistán a mantener las tropas en el país el tiempo que sea necesario: "No estamos aquí para quedarnos, pero nuestro compromiso debe ser firme", manifestó a los soldados de la base de Qala i Naw.
Zapatero, que viajó por sorpresa a Afganistán acompañado por sus ministras de Defensa, Carme Chacón; y de Exteriores, Trinidad Jiménez, dejó claro ese compromiso también al presidente afgano, Hamid Karzai, y al comandante de las tropas de la OTAN en el país, el general estadounidense David H. Petraeus, con quienes se reunió en Kabul.
Cuando apenas faltan dos semanas para la cumbre de la OTAN en la que se definirá el calendario para el traspaso de la autoridad a las fuerzas de seguridad afganas, requisito para comenzar a retirar las tropas extranjeras, Zapatero subrayó que los españoles se quedarán "hasta que los afganos puedan garantizar su propia seguridad". "Ellos habrán ganado un futuro mejor y todos habremos ganado un mundo más seguro", manifestó ante los soldados en su segunda visita al país desde que llegó a La Moncloa. El primer viaje lo hizo Zapatero en diciembre de 2005.
En el último sondeo del Real Instituto Elcano sobre la valoración de la política exterior, realizado entre mayo y junio pasados, sólo un 39% de los españoles percibía de forma positiva el despliegue en Afganistán y un 41% era partidario de la retirada. Entre otras razones, porque perciben un alto riesgo para los soldados.
En una conversación informal con los periodistas que le acompañaron en el viaje, el presidente indicó que cualquier calendario que fijen los aliados en dicha cumbre será flexible y sólo indicativo, ya que cada región atraviesa un momento diferente. Será más fácil abandonar Herat, donde trabajan 475 efectivos españoles, que la provincia de Badghis, donde se encuentra la base de Qala i Naw, con alrededor de 1.000 efectivos.
Misión arriesgada. Tras pasar revista a las tropas, Zapatero, que lucía la bandera española en su corbata, reconoció el trabajo que realizan en un escenario "duro, difícil y muy arriesgado", el más arriesgado en el que han participado las Fuerzas Armadas en 22 años de misiones en el exterior, y elogió su dedicación a una tarea "ardua, que va a exigir tiempo". A su juicio, el objetivo de la misión es claro: evitar que Afganistán vuelva a ser santuario de los terroristas, como lo fue durante el régimen talibán. "El pueblo afgano y la seguridad colectiva merecen vuestro empeño", dijo antes de recordar cómo el terrorismo azotó España en los atentados del 11-M.
En el aeropuerto de Kabul realizó una ofrenda floral ante el monolito que recuerda a los fallecidos en el accidente del Yak-42 y después en Qala i Naw rindió homenaje a los 93 soldados fallecidos en esta misión.
Durante las apenas dos horas que permaneció en el acuartelamiento tuvo ocasión de subir a un blindado RG-31, el modelo que sustituyó a los BMR y que posiblemente salvó la vida de los soldados que el pasado domingo sufrieron la explosión de una mina mientras realizaban una patrulla de reconocimiento.
El reto ahora es formar a los militares y los policías afganos para comenzar el traspaso de las responsabilidades de seguridad. Este año, según avanzó Zapatero, los españoles se encargarán de la formación de 2.000 militares y 250 policías.
Zapatero no pudo visitar el hospital de Qala i Naw que funciona gracias a España, pero hizo hincapié en que no habrá seguridad sin reconstrucción. En Badghis, la tercera provincia más pobre de las 34 de Afganistán, se han instalado o reconstruido escuelas para 14.000 alumnos, se trabaja en la edificación de tres institutos para 2.000 estudiantes, se ha llevado el agua a los hogares, y se ha construido un aeropuerto y asfaltado 150 kilómetros de carreteras.
