El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, participará en tres eventos distintos durante la cumbre del G-8 que arrancará hoy en L'Aquila (Italia).
La primera reunión a la que asistirá será la que mantendrán los países europeos del G-8 (Italia, Alemania, Reino Unido y Francia), las naciones invitadas (España, Países Bajos, Turquía y Alemania) y la Comisión Europea de mañana. Esa misma noche, Zapatero será uno de los invitados a una cena con los jefes de Estado del G-8, los del grupo de los cinco países emergentes (Brasil, México, Suráfrica, China e India).
Por último, el 10 de julio, Zapatero participará en la reunión sobre seguridad alimentaria, en la que estarán presentes una veintena de países.
A pesar de la asistencia a estos encuentros, los logros de Zapatero en política exterior empiezan a ser difusos en su segunda legislatura. En su primer mandato, Francia y Holanda reventaron la vuelta al corazón de Europa al dar su negativa a la ratificación de la Constitución Europea. En esos años, también se quedó sólo frente a Bush aunque finalmente pudo limar algunas asperezas con Washington. En su segunda legislatura tampoco ha conseguido cumplir los objetivos previstos. Aunque impulsó la Alianza de las Civilizaciones, la llegada de Obama a la Casa Blanca y su histórico discurso al Islam la han hecho casi innecesaria.
El presidente español también ha querido luchar contra la pobreza en el mundo, y ha conseguido colocar a España en el grupo de cabeza de los países donantes. No obstante, no ha quedado aún muy claro que el incremento del gasto público haya estado acompañado por una estrategia clara sobre dónde, cómo y cuando desarrollar las inversiones solidarias con los países más necesitados. Además, los especialistas en este campo aseguran que las ayudas españolas son manifiestamente mejorables, y que para garantizar su eficacia requiere que España esté más presente en los organismos internacionales, algo que Zapatero aún no ha conseguido.
Por último, el presidente del Ejecutivo también ha mostrado una clara inclinación por la ONU a pesar de que este organismo tiene sus funciones muy en el aire y de hecho ha tenido que ceder peso específico en la política internacional a organizaciones como el G-20. A Zapatero también le han recriminado su acercamiento a China, con fines estrictamente comerciales, a pesar de la vulneración de los derechos humanos que proliferan en estas naciones.
En la última cumbre del G-20 estuvo como invitado, tal y como ocurrirá estos días en el G-8. Vuelve a codearse con los países más ricos, pero sólo como observador.
