El corporativismo sigue funcionando en España

El corporativismo más genuino lo vemos en los colegios profesionales.

Juan-Carlos Arias jcdetective /
14 sep 2019 / 08:36 h - Actualizado: 14 sep 2019 / 08:36 h.
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Leemos en distintos formatos, medios y contextos el concepto ‘corporativismo’. Pero andamos despistados, una mayoría, sobre el calado de tal vocablo. Según el diccionario de la RAE hablamos de doble significado: ‘grupo o sector profesional’ o ‘actitud de defensa a ultranza de la solidaridad interna y los intereses de sus miembros’.

Otras acepciones son más pragmáticas sobre el corporativismo. Una lo sitúa comotendencia grupal a defender a toda costa sus intereses sin tener en cuenta ni la justicia ni las implicaciones o perjuicios que puedan causar a terceros’. En la Sevilla que comparte lunita plateada, pícaros, hipocresías y paradojas que no explican ni quienes las protagonizan nos quedamos con éste último matiz del corporativismo.

Los antiguos gremios en Sevilla tuvieron maestros, intocables, referentes y muchas calles del centro histórico donde se agrupaban residencialmente quienes compartían profesión. Un paseo por el callejero basta. Algunos oficios se disiparon con la industrialización del siglo XIX. Las profesiones con base académica se aglutinaron en colegios mientras intereses, propiedades y negocios crearon patronales, casinos y otros colectivos que pervivieron al siglo XXI. Todos perseguían lo mismo: la defensa mutua.

Estos días reparten el corporativismo sutilmente. Las profesiones que sustentan negocios donde hay jefes y empleados teniendo idéntica licencia profesional no sólo merodean cúpulas colegiales, también las atacan cuando contrarían sus negocios. Entre colegas también hay corporativismos que hace difícil visibilizar el más legítimo. Hasta lo relativizan.

Si nos vamos al mundo del dinero, finanzas, dividendos y codicias infinitas la cosa se pone peor. Con escrúpulos cero se usa el ‘nos mayestático’ para manosear el pretendido bien común. El asunto es seguir haciendo caja sin recato. El corporativismo aquí es mera plataforma que confunde la buena fe de quien no sabe de qué va el guión, siempre dinerario, de ésta película.

Conmigo o sinmigo

El corporativismo más genuino lo vemos en los colegios profesionales. Son llamativas las directivas que repiten presidencia mandato sí y ‘delfinato’ también. Es decir, más de lo mismo lustros y lustros. Los procesos electorales son tan democráticos que el hastío del votante delega voluntades y se sindican dogmas imperantes. Cuando hay candidaturas alternativas se organiza otra afín al presidente o se integra bajo promesa de algún carguete en procesos que ‘renuevan’ lo mismo que ya existe.

Los colegios profesionales son corporaciones de Derecho Público. El estado delega en tales entes funciones de control, entre otras. Tienen facultades sancionatorias, entre otras. Pueden multar o suspender del ejercicio a cualquier colegiado tras cumplimentarse unos requisitos. Luchas la mala praxis previa denuncia sería el mandato corporativo. Pero la realidad es muy otra, como diría cualquier castizo.

El colegio de médicos hispalense, su comisión deontológica, hizo poco ante denuncias sobre un psiquiatra ‘famoso’ e influyente. Delegó en la Justicia cualquier decisión ante gravísimas acusaciones de decenas de afectadas a sabiendas quizá de la prescripción delictiva. Sin embargo, ante un homeópata que creó, privadamente, una especie de secta y que sólo fue denunciado por un ex adepto –por cierto, un cineasta en busca de gloria- ante la prensa decidió ‘urgentemente’ suspenderle el ejercicio profesional. La fiscalía lo denunció meses después, repetimos, por supuestas actividades sectarias extramédicas.

Entre abogados observamos varas parecidas de medición ‘deontológica’. Un ex vicedecano fue apoyado, cuando estaba en el banquillo penal, por su decano ante acusaciones de las que finalmente fue absuelto. Las denuncias contra abogados sevillanos por minutazos o reprobable praxis tardan años en resolverse y apenas se sancionan. Cómo denunciar o acceder a la comisión deontológica ni siquiera aparece en el web colegial. No pasa lo mismo en The Law Society británica o las Bar norteamericanas. Retiran licencia de ejercicio ante prácticas que ofenden, engañan y perjudican al cliente o la Justicia ¡Seville is different!.

Un colegio sanitario sevillano, con presidente perpetuo, no desmaya en la caza de brujas deontológica en nombre del supuesto intrusismo y usurpación y ante colegas que osaron presentar candidaturas alternativas a la cúpula oficial. El tema es cuestionable ante continuos reveses judiciales.

La quintaesencia de cualquier profesión es la excelencia, no el conflicto.

Peritos Judiciales

La designación de peritos ante la Justicia cuando las partes litigantes no alcanzan un acuerdo las hacen en juzgados sobre listas de afiliados de colegios profesionales. Sobre el papel la ‘insaculaciòn’ es objetiva. Pero llegados al tema intereses creados, dinero en juego o guerras corporativas la cuestión roza el Código Penal, pues la parcialidad pericial brilla demasiado.

Hubo un caso flagrante, in fraganti, muy sevillano de un ingeniero que se auto-designaba perito judicial en los casos donde había mucho que cobrar. El truco estaba en que ostentaba cargos colegiales y enviaba a juzgados identidades de peritos fallecidos o con señas antiguas poniéndose él mismo como ‘suplente’. Al correr la lista de propuestos siempre le llegaba el turno ante la imposibilidad de localizar a los ‘titulares’. Su última fechoría le imputó tras décadas de sinvergonzonerías lucrativas. Pero el hombre dramatizó su ancianidad con bastón e incontinencia hasta conseguir se archivara su veterano desvarío.

Cúpulas y consignas

El ‘corporativismo’ no es algo azaroso, ni fruto de la casualidad. Está organizado mayoritariamente para defender dineros que cobrar, trazar territorios profesionales o segmentos de mercado. El problema es que casi siempre son los mismos quienes se benefician en nombre de un colectivo al que dicen representar.

Entre farmacéuticos, el corporativismo colegial más rancio se observa entre empresarios de oficina de farmacia. Quienes trabajan en la sanidad pública, docencia, laboratorios, etc.. jamás están en la cúpula de su colegio. Y entre boticarios, los de gran facturación miran por encima del hombro a los de pueblo. Pero no les olvidan para repetir que nuestro sistema es el mejor, que llega hasta el último rincón. Este monopolio, el de las oficinas de farmacia, que impide el libre ejercicio entre farmacéuticos infartaría si se les impide que sus negocios privados con licencia pública no pudieran ni traspasarse, heredarse o mercadear. Pero, siempre, por el ‘bien común’.

Ante el escándalo del ‘Caso Mari Luz Cortés’ (a una niña onubense la asesinó un pederasta que debía estar encarcelado por un juez ‘olvidadizo’) jueces, fiscales y secretarios judiciales organizaron una huelga defendiendo al colega y reivindicando el colapso –que sigue- de la Justicia. Aquella unanimidad sin embargo dejó huérfano de apoyos al inolvidable Juez de Menores Manuel Rico Lara.

Ese magistrado, que murió apenado por la deshonra que sufrió en vida, fue acusado de la pederastia de pago –Caso ‘ARNY’- por un menor y ‘testigo protegido’ que -a posteriori- se desdijo pues era parte de un montaje (frame up llaman a esto en USA). El Juez fue absuelto, y rehabilitado consiguientemente. Pero ni nadie le pidió perdón, jamás, ante tamaña infamia. Tampoco, ningún compañero o compañera salió en defensa de la honra mancillada de un hombre humanista, culto, artista que encantaba a las mujeres. Nos preguntamos dónde y quién imparte consignas corporativistas.

Patronales y lobbies

Otro fenómeno ligado al corporativismo lo observamos en las endogamias laborales. Basta con ver las plantillas, contratos, subvenciones en nuestras universidades públicas para constatar lo dicho. El infinito universo cofrade es más de lo mismo. Las peleas por estar o no en Junta de Gobierno, presidir actos, influir decisiones o compras se hace siempre en comandita.

Los sindicatos, partidos, entes vecinales se fragmentan entre tendencias, corrientes y grupos donde el eficaz corporativismo de sus miembros acerca las candidaturas, las cúpulas y el proceso de decisiones en su favor. Ante los ataques desde cualquier frente, siempre arropan al corrupto de turno si ha repartido. De lo contrario, la orfandad la sufre como el Juez Rico.

Los lobbies son la zona de confort más sutil del corporativismo. Fundaciones, empresas instrumentales, asociaciones sin ‘fines de lucro’, actos culturales, mecenazgos, etc... son el caldo perfecto del grupo de presión’ (hispanización del vocablo ‘lobby’). Su propósito, raramente declarado, es ‘teledirigir’ al personal hacia su terreno. Las entregas de premios donde no importa quién obtenga el laurel son el acto social donde el corporativismo viste de gala. Los que mandan, y pagan la fiesta, se emocionan oteando a la concurrencia como si fueran borregos en el redil.

Las patronales son una telaraña inagotable donde las hay distintas sobre las mismas actividades. Aquí el ego y el negocio prima sobre el grupo corporativista. En la Sevilla eterna unirse, aunque sea por barrios, parece compacto. Pero, al cabo, hablamos de archipiélagos donde hay islas mayores, ricas y pobladas, que otras, desiertas y sin nada.