Una tecnología real muy competitiva para la movilidad

Los usos más comunes y reconocibles del gas natural son el agua caliente, calefacción y cocina, ya sea en el hogar o en el negocio. Pero hay muchos más. Mover vehículos, autobuses, trenes o barcos; calentar invernaderos, estadios de fútbol o grandes fábricas; y ser materia prima para desarrollar otros elementos es sólo parte de lo que puede ofrecer.

Entre estos empleos destaca una tecnología que es ya una realidad: el gas natural vehicular (GNV). El gas natural aplicado al sector de la automoción ofrece numerosas ventajas tanto económicas como medioambientales respecto a los carburantes tradicionales. Tanto en su forma comprimida (gas natural comprimido) como en su forma líquida (gas natural licuado) es una opción eficiente y sostenible para turismos, furgonetas, camiones, autobuses e incluso el transporte marítimo y ferroviario.

Se trata de un combustible que conjuga en equilibrio importantes ventajas medioambientales, a través de la reducción de emisiones y de una menor contaminación acústica, y también económicas. El gas natural vehicular es una alternativa real, plenamente madura, que permite mejorar la calidad del aire de las ciudades. Comparado con un vehículo de gasolina o diésel, reduce en más de un 85 por ciento las emisiones de óxidos de nitrógeno y en casi el 100 por ciento las partículas en suspensión, principal causa de problemas respiratorios en niños y ancianos en entornos urbanos derivados de la contaminación urbana. También disminuye un 24 por ciento las emisiones de CO2, principal gas de efecto invernadero, contribuyendo así en la lucha contra el cambio climático. Hay que recordar en este punto que más del 65 por ciento de la contaminación urbana tiene como origen el transporte por carretera.

Asimismo, los motores de gas natural reducen en más de un 50 por ciento la emisión sonora percibida y vibraciones respecto a los motores diésel, disminuyendo la contaminación sonora.

Más allá de las ventajas medioambientales, el gas natural es un combustible muy competitivo desde el punto de vista económico. El coste por kilómetros de un vehículo a gas es un 30 por ciento menor que con gasóleo y un 50 por ciento menos que el de gasolina. Si repostáramos 20 euros en el depósito de un coche de gasolina recorreríamos unos 393 kilómetros, con uno de gasóleo unos 493 kilómetros, mientras que con uno de gas natural haríamos 555 kilómetros.

Su uso como combustible para vehículos está ampliamente extendido desde hace muchos años en diversos países del mundo, especialmente en Latinoamérica y diversos países europeos. En el mundo hay más de 22 millones de vehículos que actualmente funcionan con gas natural, pero la previsión es que se superen los 200 millones en 2030, según la NGVA Europe –la Asociación Europea del Gas Natural Vehicular–, con la intención de alcanzar los objetivos de la UE para 2030 de reducir las emisiones de CO2 en un 40 por ciento respecto del nivel de 1995.

En este escenario, las cifras de la Asociación Ibérica de Gas Natural para la Movilidad (Gasnam) apuntan que las matriculaciones de vehículos propulsados con gas natural en España aumentaron un 20 por ciento el pasado año, convirtiéndose en el de mayor uso dentro de los alternativos por delante del eléctrico.

Tecnología madura

En nuestro país existen 53 estaciones públicas que suministran gas natural, 28 de las cuales pertenecen a Gas Natural Fenosa. Se trata por tanto de una tecnología real. En este sentido, los particulares pueden adquirir un coche que funcione a gas natural, ya que los principales fabricantes automovilísticos disponen de modelos a gas natural y motores bi-fuel que pueden funcionar alternativamente con gas natural y gasolina.

Gas Natural Fenosa es la única empresa que acredita más de 20 años de experiencia ofreciendo soluciones a través del uso del gas natural como combustible de automoción, siendo la compañía española líder en servicios de movilidad a gas, ofreciendo un servicio integrado que incluye el diseño, implementación y operación de estaciones de gas natural.