Inmejorable antesala de fervor y calor

Torreblanca, Alcosa, San José Obrero y Ciudad Jardín cierran unas vísperas brillantes

28 mar 2015 / 22:38 h - Actualizado: 30 mar 2015 / 17:04 h.
"Cofradías","Semana Santa 2015"
  • Estas jóvenes de la hermandad de Torreblanca se emocionaron en la salida del Señor Cautivo. / Jose Luis Montero
    Estas jóvenes de la hermandad de Torreblanca se emocionaron en la salida del Señor Cautivo. / Jose Luis Montero
  • El paso de palio de la Agrupación de La Milagrosa, por la Gran Plaza. / José Luis Montero.
    El paso de palio de la Agrupación de La Milagrosa, por la Gran Plaza. / José Luis Montero.

Dos días de gozo pleno que han llenado los barrios de capirotes y, de emociones, el alma de los sevillanos en la que es una de las mejores antesalas que se recuerdan de las últimas ediciones de la Semana Santa. Acompañó el buen tiempo y las ansias de chicotás de los cofrades hicieron el resto. Torreblanca volvió a dar ejemplo de que es posible evangelizar a pie de calle, mientras que el Divino Perdón abonó el camino hacia el recuentro con las devociones del barrio. San José Obrero puso lo mejor de sí y Ciudad Jardín cruzó el puente del Cedrón con la Esperanza de alcanzar el puerto de ser al fin una hermandad de penitencia en un tiempo no muy lejano.

Torreblanca

La parroquia de San Antonio era un cocedero devocional. Tanto que hasta costó terminar con los rezos previos a la salida. No obstante, sus más de 700 nazarenos aguantaron, envueltos en capa y con guantes, el calor que iba in crescendo antes de que abrieran las puertas y se encendiera el pebetero –recién plateado– del Señor Cautivo ante Pilato. «Prefiero esto a las nubes. Así además adelgazamos un poco», bromea muy nerviosa Antonia, maniguetera del paso de misterio. No hubo que preguntar. Sus ojos iban destapando cada capa del pasado de una hermandad que había visto nacer: «Soy la número siete. Me apunté de las primeras, cuando no era ni hermandad», dice mientras recuerda que este año lleva muy cerca a su marido, «de costalero de la cuadrilla alta». Su Sábado de Pasión, al igual que el de la familia Santizo –en pleno allí, ya se como encendedor, colaborador o de nazareno en la presidencia–, tiene sus momentos. Ante el convento de «las monjitas de Santa Ángela» o por la calle Torrescárcela, «donde vivió Vicente, un hermano mayor que se murió muy joven», apunta Antonia. También alrededor del misterio, con columnas más recortadas para mejorar la visión, va el agente Juan Javier Torres. Recibe muchos abrazos y felicitaciones. Salvó la vida de un niño que casi se atraganta con un caramelo en uno de los ensayos. Es el momento de encender los ventiladores para refrescar el ambiente, inundado de emociones. La salida del misterio va de la plaza del Platanero al mismísimo Irak. Allí lo sigue por el streaming de la web de este periódico el teniente Manuel Pérez, de la Agrupación de Apoyo Logístico número 21. «Este año lo llevamos en el corazón», apuntan sus compañeros en la habitual representación que tiene en el cortejo este destacamento militar con sede en el barrio. Igualmente, Manuel puede ver al palio, al que llama el alcalde y al que Paco Ortega le canta una saeta mientras suenan pequeños rosarios colgados de los varales. Los han donado los vecinos. Es el sonido de una cofradía con raigambre y solera.

Divino Perdón

También hizo falta tirar del abanico en el Parque Alcosa. Al menos hasta pasar la plaza del Obradoiro, donde el Nazareno del Divino Perdón protagonizó el único incidente destacado de la tarde. Una de las potencias cayó en la levantá del paso ante el convento de las hermanas del Sagrado Corazón. «Él ha querido ir así», decían desde la bulla. Otro de los momentos destacados fue el encuentro de estas imágenes con la Virgen de los Desamparados, a cuya parroquia hacen estación. Por segundo año, la imagen letífica asomó a la puerta para simbolizar el abrazo de las dos grandes devociones del Parque Alcosa.

San José Obrero

San José Obrero sigue creciendo y cada vez son más los sevillanos que acuden desde sus barrios para ver la salida de esta cofradía. Se notaba que era día grande en la calle Arroyo porque se hacía difícil encontrar un hueco en la barra de todos los bares de alrededor y los veladores estaban llenos de todo el paisanaje que se acerca a ver una cofradía. Familias completas, músicos regando sus gargantas y el tío de los globos. Este nunca falla.

A las cinco y media en punto se abrieron las puertas de la parroquia para que comenzara a salir los nazarenos del paso del Señor. Aunque sea una hermandad de barrio hay que destacar el buen ritmo y las buenas formas de todo el cortejo, ya que no se cortó en ningún momento y el ritmo siempre fue fluido, lo cual siempre agradecen todos los cofrades presentes.

Nunca falla en la salida del Señor de la Caridad su autor, Fernando Aguado. Fue su primera gran obra y siempre está ahí para recordar sus orígenes y sus inicios como imaginero. La salida del palio, siempre difícil, provocó que el remate de un varal tocara en el dintel y el contraguía se llevara un pequeño rapapolvo del capataz de la cofradía, el veterano Antonio Santiago. Empero, no fue obstáculo alguno para que la Virgen de los Dolores, se paseara triunfalmente.

La Milagrosa

Ciudad Jardín es un barrio tranquilo que vive también con total tranquilidad la salida de su hermandad. Sin excentricidad ninguna, su paso de misterio que represente a Jesús cruzando el puente sobre el río Cedrón tras ser arrestado por los soldados del sanedrín es uno de los grandes misterios de las vísperas que casi nadie quiere perderse. La Virgen del Rosario, por su parte, también regó Nervión de toda la gracia que ha de llevar un palio sevillano.

Aunque La Milagrosa sea una Agrupación y todavía no sea hermandad de Penitencia, el bullicio que hubo los alrededores de su parroquia, la Gran Plaza y Eduarto Dato demostraron que esta Agrupación llegará lejos.