«Al principio pasaron cosas, ahora no estoy secuestrada»

La joven saharaui con nacionalidad española atiende a El Correo de Andalucía en su casa de los campamentos de refugiados de Tinduf. Maloma reconoce en esta entrevista que a su vuelta fue retenida contra su voluntad: «No entendía nada, se me bloqueó la cabeza»

08 may 2017 / 06:11 h - Actualizado: 08 may 2017 / 12:41 h.
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{Dice que fue retenida contra su voluntad. Y que ahora no está secuestrada. Maloma vive en una suerte de oxímoron: el de su libre retención. La joven saharaui con nacionalidad española pasó media vida en un pueblo de Sevilla y regresó, en diciembre de 2015, a los campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia). Aquí atiende a El Correo de Andalucía. Sonriente, cansada, caminando despacio en el desierto que unos dibujan como una cárcel de tierra y otros como el escenario del reencuentro con su cultura natal.

El complejo caso de Maloma resiste entre blancos y negros. Su familia adoptiva es tajante: está secuestrada y ha sido sometida a un matrimonio forzado. El Gobierno de España y asociaciones de derechos humanos ponen el acento en el cautiverio. Sería el paradigma, denuncian, de varias decenas más de mujeres sometidas. Del otro lado, la familia biológica y el Frente Polisario sostienen que la joven sigue en el Sáhara por iniciativa propia. Que es libre.

Maloma es una víctima. De quienes usan su caso para «otras negociaciones» entre «gobiernos», advierte. Un panorama áspero, severo, de trazos radicales que ella intenta difuminar con un puñado de grises, en una suerte de ejercicio de relativismo cultural desde una casa de adobe en la Wilaya de Smara, en la Daira de Hauza. En el ‘barrio 4’, Maloma reconoce su captura en diciembre de 2015 a manos de su familia biológica. «Al principio pasaron unas cosas», dice. «No entendía nada, se me bloqueó la cabeza totalmente». El episodio traumático evoluciona, culmina tajante: «No estoy secuestrada». Y volverá a España, dice. Algún día.

—¿Estás secuestrada?

—Para nada. Estoy con mi familia. No estoy secuestrada.

—Dicen que estás aquí de manera obligada.

—No sé, es que, después de decirlo tantas veces, yo creo que ya la gente es que no quiere entender. Simplemente lo que tienen ellos en su mente y aunque han escuchado las palabras de Maloma y lo que ha dicho Maloma, no... cada uno sigue creyendo lo que quiere y no realmente lo que yo he dicho.

—Pero te casas, de forma sorpresiva y fugaz. Dicen que obligada.

—Y estoy superfeliz. Me caso porque yo quiero, nadie me ha obligado a hacer esto.

—Muchos no creerán tus declaraciones.

—Sé que hay mucha gente que cree esto, que estoy secuestrada, que me caso obligada. Para nada, lo vuelvo a decir, esta boda es porque yo quiero.

—¿Te sientes utilizada, que tu caso sirve a otros intereses?

—Creo que hay algunas veces que sí. Si no fuera así, después de decir yo tantas veces que estoy con mi familia, que no estoy secuestrada... se hubiera dejado, sabes, lo hubiera entendido todo el mundo. Se hubiera creído. En el sentido de que si siguen diciendo esto después de tanto tiempo es que se están desviando de todas las maneras, ¿sabes?, que se están haciendo otras utilizaciones u otras negociaciones o no sé exactamente lo que hay. Pero algo hay.

—¿Tendría que ser sólo un conflicto entre dos familias?

—Exacto, es entre mi familia de allí y mi familia de aquí. Y nosotros arreglamos las cosas y hablamos y negociamos entre nosotros. No entre... y no se habría creado todo el conflicto éste. Después de decir yo que se parara. Si no hubiera dicho yo que se parara o que se siguiera, lo podría entender, pero después de decir ‘ya, hasta aquí, se acabó’, no.

—Al principio al menos, cuando te quedaste aquí, la situación fue más tensa...

—[Interrumpe] Más tenso, pero porque yo no entendía nada. Hacía diez años que estaba allí y vivía como una española totalmente. Las costumbres saharauis no las entendía, las costumbres de mi familia no las entendía. Entonces cuando pasó eso se me bloqueó la cabeza totalmente, pero después de estar conviviendo y entender todo, sé perfectamente que ellos lo hicieron para que yo entendiera. No para que me tuvieran aquí secuestrada ni nada, sino para entender que ellos son mi familia, que me necesitan y que me han echado mucho de menos y que esté un tiempo con ellos, nada más.

—¿La situación ha evolucionado desde un arranque traumático?

—Sí, exacto. Hasta ahora, perfectamente.

—¿Qué espera tu familia biológica de ti y qué quieres hacer tú?

—A ver... yo lo que quiero realmente es que haya un buen rollo entre ellos. Como siempre tenían una situación buena, educación, con normalidad. Eso es lo que yo quiero, que unos respeten a otros y otros me respeten a mí.

—¿Podrías decir que en algún momento estuviste aquí en contra de tu voluntad?

—A ver, no, al principio es porque no entendía nada. Es eso. Al principio pasaron unas cosas, pero ahora... [el tono de voz cae, hasta el silencio].

—Dicen que estás aquí para cuidar a tu madre, ¿quieres hacerlo?

—En las costumbres saharauis la mujer no es una esclava, la mujer hace las cosas de la casa pero con normalidad. Es como una mujer allí, tú sabes que hay muchas mujeres que no trabajan y lo hacen los hombres. Ellas hacen las cosas de las casas, las amas de casa, pues aquí igual, simplemente. No son esclavas de nadie, hacen sus tareas como cualquier otra mujer en otro país. El hombre trabaja, trae el dinero y ellas hacen las cosas de la casa, con normalidad.

—¿Cómo es tu día a día aquí?

—Bueno. Entro, salgo, voy de paseo, con mis primas, bailando, riendo, jugando... con normalidad.

—Si el conflicto era entre dos familias ha derivado a mucho más, implicando a...

—Los gobiernos... [interrumpe].

—Y muchos dicen que está claro, aún con los errores cometidos, que ambas familias te quieren.

—Sí.

—¿Te sientes una víctima en mitad de ese fuego cruzado?

—Sí, porque yo he pedido que se parara. Que se dejaran ya las cosas. Que se quede entre mi familia de aquí y mi familia de allí. Que nosotros lo arreglamos. No quiero que entre el Gobierno y que esté todo las 24 horas con informaciones o cuando se haga un aniversario empiece la bola de nuevo con ‘Maloma está secuestrada’... todo eso.

—¿Crees que se está arreglando tu caso o se puede solucionar?

—Por supuesto que se puede llegar a solucionar. Y con normalidad. Es lo que decía, porque mira, yo cuando estaba allí, los diez años, aquí hablaba con mi familia y tenía buen rollo. Ahora estoy aquí y quiero hacer lo que hacía allí. El contacto por teléfono hasta el día en que yo decida viajar. Tener ese buen rollo, como cuando estaba allí. Allí estaba sin problemas, pues aquí también quiero estar sin problemas y sin que esté la gente hablando y que siempre la información esté. Eso es lo que quiero.

—¿De qué errores se puede aprender?

—Por ejemplo, lo primero, al entrar el Gobierno [español] y todo eso, decidir de dejar los alimentos que llegaban a los campamentos, que decían ‘hasta que no vuelva Maloma paramos la fuente de alimento’. Eso no es justo. Este es mi problema, en mi familia, pero 80.000 personas más, 80.000 saharauis más, no es justo que les llegue esto y paren los alimentos para ellos. O que haya algunas madres que tengan miedo, que no quieren que sus niños vayan de verano por si acaso le pase... eso tampoco es justo y es el problema que se ha creado después de esta bola.

—¿Te gustaría que tu caso se diera la vuelta y sirviera como pegamento entre los pueblos saharaui y español?

—Sería un trato justo. Sí, me gustaría que se arreglara entre los dos países y que ayudaran más.

—¿Explicarás tu situación, lo que ha ocurrido, cuando estés en España?

—Sí, claro. No tengo ningún problema. Realmente este es mi país y lo que quiero es el bien para ellos.

—Dices que quieres volver, que no tienes ningún problema...

—Yo no tengo ningún problema, pero eso, sin... tú sabes que muchas veces eso, por obligación o... por obligación no voy a ir a ningún sitio. Yo por obligación no he venido aquí. A mí nadie me ha obligado a venir a los campamentos a visitar a mi familia. Yo he venido porque he querido y el momento en que lo he visto, ¿sabes? Igual. ¿Me quiero ir a no sé dónde, a cualquier parte del mundo? Pero porque yo quiero, sin que venga no sé quién y me obligue, ‘porque tú tienes que venir para que se arregle no sé qué’... No, porque yo quiera. En el momento en que yo lo vea justo.

—No quieres que se convierta en una derrota para nadie.

—Sí.

—¿Si volvieras ahora hay quien lo interpretaría así?

—Y que no es cierto. Aquí estoy con mi familia como cualquier otra saharaui. Ni secuestrada ni nada. Allí en España no estaba secuestrada y estaba con mi familia también, pues aquí igual.

—¿Tienes pensada fecha de vuelta?

—No. Para nada.

—¿Este año?

—No tengo ninguna fecha. El destino no lo sé. Es así.

—Se habla mucho de tu proceso de adopción en España. ¿Se hizo todo bien o pudo haber sido de otro modo?

—El proceso de adopción es una cosa que yo también decido. Fui yo la que decidí y se lo propuse a mi familia. Les dije ‘quiero hacer esto’, porque no tenía otra salida para encontrar la tarjeta de residencia. Realmente fue mi decisión. No fueron ellos los que me obligaron a hacerlo, para nada.

—El caso, entonces, es de una española secuestrada...

—Yo lo entiendo. Realmente, yo... cómo empezó todo... Porque es eso, es... lo primero es una saharaui, lo segundo tiene la nacionalidad española con apellidos españoles. Que entiendo toda la bola que se ha creado porque realmente es difícil. Aquí soy saharaui, desde un principio, porque yo he nacido aquí en los campamentos de refugiados. Y es eso, muchas veces como los gobiernos no se meten... es una cosa difícil de aceptar, saharaui pero tiene papeles españoles, y los españoles la reclaman pero realmente su país es su país.

—¿Qué cambiarías de todo lo ocurrido?

—Lo que se ha creado desde un principio. No decir algunas cosas... que se hubiera quedado entre las dos familias y que no hubiera llegado a los medios, de parar desde un principio. Yo estoy aquí con mi familia, voy a pasar una temporada y ya volveré. Pero eso, empezar allí diciendo que no se publique y aquí igual, eso es realmente lo que hubiera cambiado, que se hubiera quedado entre nosotros. Que no se hubiera enterado nadie de lo que ha ocurrido.

—¿Has pasado miedo por lo que pudiera ocurrir, aquí o allí?

—Porque realmente fue una bola enorme. Que ahora se ha calmado. Ya no es como al principio, ahora está totalmente calmado. Pero al principio sí, al principio fue demasiado grande todo.

—¿Te ha visitado o has visto a mucha gente?

—A mi familia, al cónsul, uno de Acnur, no sé si un concejal de España también o algo, a ese también lo he visto... y algunos periodistas.

—¿Han venido, te han visto, les has contado lo mismo y se han ido tranquilos?

—Sí, sí. Y también algunas entrevistas por teléfono.

—¿Estos días?

—No, y también hace una semana.

—¿Tu familia adoptiva ha estado varias veces?

—Sí, la última en octubre, creo.

—¿Tienes contacto con ellos?

—Sí, yo una vez en semana hablo con ellos. Libremente para hablar con ellos pero decidí eso, para que no te canses, que hablando todos los días llega un momento en el que que ya no sabes qué contar. Entonces decidí con ellos una vez a la semana para siempre tener ahí algo que contar.

—Fueron muchos años sin venir a los campamentos de refugiados saharauis. ¿Te hubiera gustado que no hubiera sido así?

—Me hubiera gustado pero no he tenido suerte. En el sentido de que me costó muchísimo trabajo que me saliera la carta de residencia. Siempre la buscaba y siempre me la denegaban así que decidí hacer la adopción.

—¿Qué mensaje dejaría al pueblo saharaui y la sociedad española?

—Mi mensaje es que se parara la bola esta que se ha hecho y realmente, si me quieren escuchar a mí, yo lo he dicho ya, que estoy aquí entre mi familia y que no estoy secuestrada. Que estoy a gusto, que es así. Como cualquier otra saharaui u otra española en su casa, con su gente, entrando y saliendo. Y que paren las cosas esas que están haciendo y los gobiernos salgan de esto. Quiero que esto se quede entre dos familias. Que no se creen los malos rollos entre los dos países como por ejemplo parando la fuente de alimentos y otras cosas que quieren parar. No es justo para las otras familias. Si quieren realmente ayudar, ayuden, no decidan dejar esto a un lado.