La Semana Santa, fija discontinua

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28 jun 2015 / 20:23 h - Actualizado: 28 jun 2015 / 20:25 h.
"Cofradías","Feria de Abril","Rocío","Viento Sur"

Como en la legislación laboral clásica, la Semana Santa viene siendo fija discontinua. Fija, porque ocurre cada año y discontinua porque, como muchos eventuales, carece de fecha estable y su contrato depende del albur de los astros. El papa Francisco, que tanta competencia está planteándole a la progresía, ha sugerido ahora la posibilidad de consensuar unos días concretos en el calendario para que goce de los mismos derechos festivos que el santoral, la navidad o la epifanía. «Lo que diga el Papa, va a misa», se ha apresurado a proclamar el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, a falta de elevar consultas a las hermandades y cofradías o, desde luego, al arzobispo, que viene a ser como el cónsul del Estado del Vaticano a este lado del mundo. El Santo Pontífice, en rigor, pretende allanar diferencias con la Iglesia Bizantina y, de paso, dejarle al judaísmo el monopolio eventual de la pascua. Sin embargo, su afán ecumenista obvia otros acontecimientos que dependen también del almanaque de la pasión cristiana. Los días de carnaval, ¿por ejemplo? ¿Moriría también con la nueva cuaresma? ¿Lograríamos cuadrar con la nueva propuesta la celebración de la Feria o la del Rocío? ¿Entraría Sevilla en colisión de intereses con Jerez o con Almonte? La curia debe estar muy preocupada por el alcance final de semejante medida y debería tomárselo, al menos, con el mismo interés con que ha defendido la presunción de inocencia de algunos pederastas. No así el Papa, que ha venido demostrando una invencible coherencia en su lucha contra dicho delito pero también con respecto a la bienvenida comprensión con la homosexualidad, la defensa de los sin nada o del medio ambiente. Por eso nos provoca cierta congoja que vaya a eliminar uno de los últimos restos de magia que le quedaban a la Católica, Apostólica y Romana. Esto es, la vinculación de algunas de sus celebraciones con el ciclo lunar, con los astros, con la implacable tenacidad de la Naturaleza, que es mucho más madre que la Santa Madre. Y que tiene su propio calendario desde mucho antes que existiera el gregoriano.