«La vida sabe cómo tenernos cabreados, y esas no son maneras de vivir»

Nacido en Miranda de Ebro, sevillano adoptivo, Eduardo Cruz acaba de publicar ‘Morir es relativo’, novela escrita a cuatro manos con Miguel Baquero

13 abr 2015 / 16:00 h - Actualizado: 13 abr 2015 / 16:34 h.
"Libros"
  • El escritor Eduardo Cruz Acillona. / Sara Buzón
    El escritor Eduardo Cruz Acillona. / Sara Buzón

Sevillano adoptivo, Eduardo Cruz Acillona le ha cogido el gusto a escribir novelas a cuatro manos con su amigo Miguel Baquero. Tras Cuñados anónimos, «donde nos cargábamos con humor el género del terror psicológico», vuelven con Morir es relativo (Cazador de Ratas), donde «pretendemos hacer lo mismo con el género negro. Miguel y yo nos compenetramos muy bien, es muy fácil sacar adelante proyectos absurdos como estos», afirma Cruz.

«Imagínate que la novela Diez negritos, en vez de un caserón, tiene lugar en el pueblo de Amanece que no es poco», resume el coautor al presentar la peripecia del comisario Julio Ballesta, recién llegado a un pueblo con alto índice de criminalidad, que se enfrentará a numerosos casos sin resolver. «Miguel y yo somos, fundamentalmente, cuentistas. En mi caso, si me apuras, microcuentista. De hecho, prácticamente todos los capítulos de la novela, salvo el primero y el último, pueden leerse como relatos independientes», dice Cruz, quien reconoce que «no sabemos hacer cosas serias. Todo es humor. Desde la primera línea. Pretendemos que el lector mantenga, como mínimo, la sonrisa mientras lee. Sin descanso. Y, a ser posible, que suelte un par de carcajadas por página y le dé un ataque de tos por capítulo. Los médicos dicen que es muy sano. Deberían recomendar esta novela en los centros de salud».


Eso a pesar del fondo sórdido de las tramas: «No fui yo quien dijo que los mejores chistes se contaban en los velatorios, pero es cierto. Supongo que el humor actúa como mecanismo de defensa. Si no puedes con tu enemigo, la Parca en este caso, únete a él y echaos unas risas. Si esto no lo dijo Confucio, me apropio de la autoría», bromea el escritor.


Un desenfado más necesario que nunca en estos tiempos que ya parecen durar demasiado: «En realidad es que, por una razón u otra, siempre son estos tiempos. Ahora estamos en crisis, antes estábamos en guerra o en otra crisis. La vida siempre te da motivos para tenerte cabreado. Y esas no son maneras de vivir. Hay que combatirlo. Y el humor es, como la poesía, un arma cargada de futuro. ¿O era de cianuro? Yo es que para las citas célebres soy un poco negado...».