Año 2006: el último intento de remodelación resultó fallido

El 11 de abril de 2006 se convirtió en un banco de pruebas para el Martes Santo. El test para reconfigurar la jornada no contentó a nadie

11 sep 2017 / 22:25 h - Actualizado: 12 sep 2017 / 12:19 h.
"Cofradías","Martes Santo","Consejo de Hermandades y Cofradías"
  • Penitentes de Los Estudiantes discurren aquel Martes Santo de 2006 por el carril exclusivo para cofradías que se abrió en la calle San Fernando. / Javier Díaz
    Penitentes de Los Estudiantes discurren aquel Martes Santo de 2006 por el carril exclusivo para cofradías que se abrió en la calle San Fernando. / Javier Díaz
  • El Crucificado de la Universidad transita por San Fernando en aquel 2006. / Javier Díaz
    El Crucificado de la Universidad transita por San Fernando en aquel 2006. / Javier Díaz

La Virgen de Gracia y Amparo estrenaba manto. Antonio Santiago hacía la primera llamada de los pasos de San Esteban, como correspondía entonces al pregonero de los costaleros. Y la misma víspera del Martes Santo, el Cecop aprobaba abrir un carril exclusivo para cofradías en la calle San Fernando, con aforo limitado, para que las hermandades del Cerro, Los Estudiantes y La Candelaria pudieran sortear las obras del proyecto de la Línea 1 del Metro de Sevilla.

Era el Martes Santo de 2006, el año en que se ensayó –sin éxito– la última reorganización del día pactada por los hermanos mayores para descongestionar una jornada históricamente convulsa. El acuerdo pivotaba básicamente sobre el cambio de puesto (forzado por el Consejo de Cofradías) de la hermandad de Los Estudiantes, que pasó del cuarto al sexto lugar en la nómina del día, dejando pasar primero a San Benito y La Candelaria.

Este movimiento de fichas situó a San Benito inmediatamente detrás de la de San Esteban en Carrera Oficial y, lo que es peor, provocaba que estas dos cofradías discurrieran consecutivamente, una detrás de la otra, al salir de la Catedral. Para evitar este convoy de dos cofradías unidas, la hermandad de San Esteban optó por sacrificarse y, a partir de la Alfalfa, retornar a su templo dando un gigantesco rodeo por la plaza de San Leandro, la calle Santiago y Muro de los Navarros y accediendo a su iglesia por la Puerta de Carmona, en sentido inverso al actual, una vez que la cofradía de San Benito –que bajaba por la calle Águilas– cruzara la Ronda y se adentrase en Luis Montoto.

El Martes Santo se convirtió en un auténtico banco de pruebas. El éxito de la nueva configuración del día dependía en buena parte del cumplimiento de los horarios en varios cruces estratégicos. Pero el experimento resultó fallido.

Aquel día los mayores problemas se dieron en el regreso de las hermandades de San Esteban y San Benito. Una gigantesca concentración de público en el entorno de la plaza de Alfalfa –privilegiado escenario para el lucimiento de las cofradías– casi provocó el colapso de la jornada. La muchedumbre concentrada en la Alfalfa impedía avanzar a San Esteban, al tiempo que los pasos de San Benito sufrían un parón en la Catedral por el embudo humano de la calle Francos. El parón fue de tales proporciones que hasta el paso de misterio de San Benito se vio obligado a realizar alguna chicotá «de calentamiento», adentrándose entre el cuerpo de ciriales y por entre los últimos nazarenos, para evitar que los costaleros se enfriasen. Las crónicas de aquel Martes Santo ad experimentum repararon también en el excesivo lucimiento de los pasos de San Esteban en la Alfalfa, con el paso de misterio andando hacia atrás.

Descontentos con el innecesario rodeo a que se vieron abocados, numerosos nazarenos de San Esteban abandonaron la comitiva en la calle Santiago y en Muro de los Navarros, un calvario que, sin embargo, asumieron estoicamente los hermanos de la Resurrección que ese año salían de representación en este cortejo invitados por la corporación del Martes Santo en solidaridad con su reivindicación de salir el Sábado Santo.

El parón terminó afectando al resto de cofradías de la jornada. El ensayo de la nueva reorganización del día o dejó satisfecha a ninguna hermandad. Y menos aún a la de Los Estudiantes, la más reticente con un acuerdo que desplazaba la entrada de la cofradía a un horario considerado inapropiado para muchos de sus hermanos. A la vista de los resultados, el Martes Santo estaba abocado a nuevos reajustes.

No ha sido este el único experimento llevado a cabo para descongestionar el Martes Santo. Ya entre los años 1971 y 1974 las hermandades de Los Estudiantes y el Dulce Nombre acordaron permutan sus puestos de paso por la Carrera Oficial. En un Martes Santo todavía sin la presencia del Cerro, la cofradía del Dulce Nombre pasaba a ser la tercera del día, mientras que los nazarenos de la Universidad transitarían en penúltimo lugar. El primer año de la permuta, 1971, la lluvia impidió el normal discurrir de la jornada. Los dos años siguientes, 1972 y 1973, sí se llevó a efecto, pero en noviembre de ese último año Los Estudiantes dio por roto el acuerdo, regresando al año siguiente a sus lugares primitivos.

Después del frustrado intento de 2006, las hermandades han acordado ensayar por un año un nuevo organigrama del día, pero esperan la aprobación del Consejo a su propuesta.