Charo Padilla y la crónica de su vida

La periodista de Canal Sur Radio conmueve con un anuncio de la Semana Santa auténtico y de extraordinaria sensibilidad, en el que ha introducido el sonido del racheo de los costaleros del Gran Poder o marchas macarenas al recrear la bulla de la Esperanza en la mañana del Viernes Santo.

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
07 abr 2019 / 15:18 h - Actualizado: 07 abr 2019 / 19:18 h.
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  • Charo Padilla en el Pregón de la Semana Santa 2019 . Foto: Jesús Barrera
    Charo Padilla en el Pregón de la Semana Santa 2019 . Foto: Jesús Barrera

El de 2019 no sólo será recordado por ser el primer Pregón de la Semana Santa que pronuncia una mujer después de 81 ediciones, sino también por la autenticidad de su discurso amasado a conciencia desde la sensibilidad y la sencillez de las vivencias de una cofrade, esposa, madre y reportera de radio que ha vivido su fe y la Semana Santa tanto a pie de la calle como en su propia casa. La periodista Charo Padilla ha firmado este domingo en el atril del Maestranza la mejor crónica de su vida.

Ha sido un pregón vibrante, de extraordinaria emotividad, conmovedor de principio a fin, con momentos de lágrimas y nudo en la garganta, pero también algunos otros de risas cómplices en el patio de butacas. Vamos, Charo Padilla en estado puro. Su voz ha retransmitido en una hora y 24 minutos la verdad de la fiesta de Dios que se vive de una manera tan especial en cada familia y en cada rincón de esta ciudad. Desde los barrios más alejados, al centro de la Sevilla más pura. Poniendo nombres y apellidos a sus relatos, en su mayoría mujeres. Tanto las que están, como de las que aprendió y nos dejaron hace un tiempo. Historias de amor y de fe contadas y vividas en primera persona. Sin más artificio que la experiencia profesional de sus más de 30 años de bullas y esperas en las puertas de los templos; y la experiencia personal y familiar, compartiendo confesiones íntimas en las que más de un sevillano se ha visto identificado.

Comenzó su pregón "con humildad" y solicitando permiso a la ciudad de una forma muy cofrade: "Pido la venia para dirigirme a vosotros. Soy la primera mujer que tiene el privilegio de abrazar este atril para anunciar la Semana Santa, contar sentimientos y abrir su alma (...) Dame la venia sevillano, que está todo preparado". También se dirigió al Altísimo para pedir su ayuda en esta misión (histórica) a la que había sido llamada: "Le pido a Dios que me lleve de la mano para que sea capaz de convertir en un pregón lo que tantas veces he contado a través de la radio". La pregonera recibía entonces el primer aplauso.

Charo Padilla se remontó al principio de todo y echó mano de los recuerdos de la niñez. En concreto, de las visitas de su madre a la Macarena, de las que dijo "reía y lloraba como la Virgen", y que, con el paso de los años, aún mantiene viva su memoria: "En su cara están las miradas de mi madre. Por eso hoy sigue viviendo en ella". Un momento de nudo en la garganta, en el que enmudeció el teatro mientras que la pregonera bebía de uno de los jarrillos de lata (uno regalo de sus compañeros de Canal Sur, y otro de Marioló Montero) que tenía junto al atril.

Los chavales del Polígono Sur

Pero no se anduvo con rodeos. La periodista fue valiente y quiso compartir algunos de los lugares donde ha encontrado a Dios, lejos de las iglesias barrocas y las cofradías con historia. Fue entonces cuando puso la lupa en el Polígono Sur, una de las zonas más desfavorecidas de Sevilla, donde están los cofrades de Bendición y Esperanza y se desarrolla el proyecto social Fraternitas con la creación de la banda de cornetas y tambores entre chavales del barrio: "A ellos, con orgullo, quiero darles su sitio en el Pregón. Significan el amor desinteresado, la caridad, el no dar la espalda al prójimo, el ayudar a los demás, la ilusión de unos chiquillos que luchan por salir de su dura realidad (...) Forman parte de nuestra Semana Santa, que también es la suya (...) No le deis la espalda, son jóvenes, nuestros jóvenes. A Dios por la música". El aplauso del auditorio refrendaba cada una de sus palabras.

Saltó luego a la otra orilla, a Triana, para referir la historia de Carmen Medina Rodríguez, La Maja, "niña que hoy tiene 85 años" y, no sin complicación, pudo cumplir el sueño de su madre al salir de nazarena cuando aún estaba vetado para las hermanas. Todo un ejemplo de lucha silenciosa e constante por la equiparación de derechos de las mujeres en el mundo cofrade. También tuvo a bien mencionar a otra mujer, Angelita Yruela, saetera e histórica hermana de la Redención. Como una cofrade más, Charo Padilla, aseguró que «la Semana Santa es el libro de nuestra vida con un capítulo importante en lugares, como la iglesia de Santiago". Allí vio crecer a la hermandad que retransmitía cada año. También la vida familiar con su pedida de mano a un costalero sudoroso que salía del paso -su hermano José Ángel-, y la posterior secuencia del "¡dame cable, Manolo!", al que se convirtiera con los años en su esposo y padre de sus dos hijos. El relato de estos días de retransmisiones y de cortejo amoroso, del Domingo de Ramos hasta lograr 'el sí quiero' Manuel Marvizón en Los Servitas, arrancó carcajadas entre el respetable del Maestranza.

Angustias y las madres de El Cerro

Todos lo esperaban y así fue. Charo Padilla llevó al atril a Angustias, una amiga y una vecina de El Cerro del Águila a la que tantos años entrevistó en la salida de la Virgen de los Dolores y que falleció hace unos años. De ella aprendió a querer a la Virgen y a todo el barrio. También a contar de una manera sencilla sentimientos y emociones tan grandes como las que se palpan allí cada Martes Santo. "¿Por qué hablo con las vecinas? Porque no les hace falta ser poetas, ni tener adjetivos selectos, ellas te regalan borbotones de verdad, expresiones únicas". Se llegó a escuchar olés entre el público.

En este mismo pasaje, la pregonera mencionó a varios compañeros, como Elena Carazo y Javier Márquez, de Radio Sevilla de la Cadena Ser, que han vivido también la salida de El Cerro; así como al siempre recordado Pepón de Radio Nacional de España. De manera implícita también tuvo presente a Valentín García al referir su conocidísimo "#yomecuro".

"El privilegio de llevar en el vientre a los nazarenos de Sevilla"

En su memoria cofrade no pudieron faltar referencias a aquellos Domingos de Ramos de antifaces azules de la Hiniesta desde la casa familiar de los Marvizón, que como cualquier otro hogar sevillano es "una escuela sin subvención que funciona con amor". O de las prisas del día de la salida de la cofradía, "el de la comida rápida... pi, pi, pi... y venga". Imágenes y recuerdos entrañables como los de aquellas Semanas Santas en las que estaba embarazada de sus dos hijos y los años siguientes como madre de nazarenitos primerizos. "¿Qué es una madre en Sevilla? (...) Las madres tienen el inmenso privilegio de llevar en nuestro vientre a los nazarenos de Sevilla".

Los sonidos han tenido un papel muy importante en este pregón, como el racheo de los costaleros del Gran Poder que sonó en el teatro. Un momento álgido, junto al de la retransmisión de la entrada de la Virgen de la Esperanza en su basílica en la mañana del Viernes Santo. La Banda Municipal de Sevilla interpretó un popurrí de varias marchas macarenas que introdujo al auditorio en la mismísima bulla de la delantera del palio hasta llegar al Arco. Todo ello ayudado con arengas del capataz Luis León que a Charo le quedaron grabadas a fuego. Cerrabas los ojos y verdaderamente escuchabas y hasta sentías los apretujones, y hasta "la colonia fresca de las familias recién levantadas" del público lateral. Afloraban pues todos los sentimientos de la mano de esta maestra del periodismo radiofónico cofrade. "Ahiì llega, rodeada por el calor del pueblo que siempre arropa a la Esperanza. Me empujan, resisto. Me empujan, no importa. Me empujan, me dejo llevar". Seguro que más de uno lo ha vivido también. Para posteriormente rematar con que "la Macarena es el tiempo que nunca pasa, el tiempo que se detiene, el tiempo que vuelve". El teatro gritaba con el corazón encogido "¡bravo, bravo!".

La última chicotá del pregón se localizaba con la Estrella llegando a la Campana y la pregonera dirigiéndose a Fran (por Fran López de Paz, el director de El Llamador de Canal Sur Radio) en una de las retransmisiones. Las imágenes se van agolpando al describir momentos vividos con familiares, amigos y sus hijos ("el paje Miguel"), compañeros de la comunicación (Gloria Gamito, Aurora Flores, Pepa Carmona, Irene Gallardo), sobre todo, con sus compañeras de Canal Sur y de la tertulia de mujeres de El Llamador (Milagros Ciudad, Maruja Vilches, Esther Ortego...). Su intervención alcanzaba ya los últimos compases, ahora acompañada por nuevamente por música: una melodía interpretada a piano por Manuel Marvizón. "Soy la mujer que..." comenzaba la despedida, visiblemente emocionada con alguna que otra lágrima en su rostro. Aquí Charo Padilla echó el reto: Reivindicó su fe, su profesión, su amor a Sevilla y a su Semana Santa, lamentando también en un sueño por no poder contar en el reportaje soñado quién y cómo había tallado a la Virgen de la Esperanza... "Quiero seguir soñando. Soy la mujer que un día, en un sueño pregonó: 'Sevilla es una cara morena a la que mi madre rezó'". El reloj marcaba las 13.57 horas. Charo Padilla acababa de firmar la crónica de su vida. Conmovedora y para la historia. Y no solo por ser la primera mujer pregonera.