Con el termómetro de la emoción por las nubes

Sevilla se reencuentra con un Martes Santo pleno de cofradías en el que el sofocante calor y el esplendor de los cortejos fueron las notas más destacadas

12 abr 2017 / 00:57 h - Actualizado: 12 abr 2017 / 10:37 h.
"Cofradías","Martes Santo","Semana Santa 2017"
  • Miles de personas retaron ayer al calor y decidieron acompañar a las imágenes del día. Impresionante la Calzá tras la salida San Benito. / Manuel Gómez
    Miles de personas retaron ayer al calor y decidieron acompañar a las imágenes del día. Impresionante la Calzá tras la salida San Benito. / Manuel Gómez
  • Costaleros de la Candelaria consultan el recorrido de su hermandad. / Jesús Barrera
    Costaleros de la Candelaria consultan el recorrido de su hermandad. / Jesús Barrera
  • Los Estudiantes dejó huella un Martes Santo más. / Jesús Barrera
    Los Estudiantes dejó huella un Martes Santo más. / Jesús Barrera
  • Seriedad y disciplina en la salida de Los Estudiantes. / Jesús Barrera
    Seriedad y disciplina en la salida de Los Estudiantes. / Jesús Barrera
  • Llantos de emoción ante el nazareno de La Candelaria. / Jesús Barrera
    Llantos de emoción ante el nazareno de La Candelaria. / Jesús Barrera

Aguaaaa, coca-cola, fantaaaa». Cuando el palio de la Virgen de los Dolores del Cerro rodea la fuente del Prado de San Sebastián a las cuatro de la tarde –primer oasis en el desierto de las avenidas–, el termómetro de la Glorieta del Cid alcanza los 33 grados. Los vendedores ambulantes pasean sus bidones de bebidas refrescantes junto a unas filas de nazarenos muy estiradas. El sol cae a plomo sobre un asfalto que parece derretirse a sus pies y que ablanda la verticalidad de los cirios hasta arquearlos. El purgatorio no debe ser muy diferente a esto. Y, sin embargo, ningún antifaz de terciopelo burdeos abandona la fila. Qué mérito el de esta legión de nazarenos y qué lección de madurez la de un barrio, el del Cerro, capaz de sobreponerse a toda adversidad para conquistar el corazón de la ciudad cada Martes Santo, una jornada que ya no se entiende sin esa genuina explosión de júbilo que se vive todos los años cuando la dolorosa de Sebastián Santos traspasa el cancel de su parroquia a los sones del Himno de Andalucía y las dos campanas de la espadaña repican a gloria con el mismo alegre soniquete con el que voltean los campaniles de la marisma un lunes de Pentecostés, mientras miles de pétalos blanquean su paso de palio.

El sofocante calor hizo del Martes Santo un día especialmente duro para las hermandades de mayor recorrido o de salidas tempraneras. De la lluvia, las lágrimas y las carreras de algunos pasos por refugiarse del aciago Martes Santo del año pasado, pasamos a un esforzado Martes de abanicos, lipotimias y cilicio capirotil, pero eso sí, pleno de cofradías.

Tras la malograda salida del año pasado, el San Juan Evangelista que acompaña a la dolorosa de los Javieres alcanza por vez primera la Carera Oficial. Los ropajes que viste los ha cedido este año la hermandad del Buen Fin. Una de las manos del Discípulo Amado, en una singular nota de ternura y compasión con la Virgen, abraza la cintura de la dolorosa mientras que con la otra acaricia una de sus manos. Tras seis años de hermana mayor, Maruja Vilches, primera mujer en dirigir en Sevilla una cofradía, empuña por última vez la vara dorada presidiendo el paso de palio. En el primero, el Cristo de las Almas se alza severo, majestuoso, sobre un bello monte morado de lirios.

En San Esteban se nota la mano del nuevo capataz, José Andreu. Los dos pasos de la cofradía de la Puerta de Carmona han refinado sus andares. Paco el romano, el Perragorda, el betunero y el fantasma –apodos por los que se conoce a las figuras del misterio de la burla– estrenan ropajes diseñados por David Calleja, mientras que el Señor de la Ventana viste la clámide que regalaran en su día los diseñadores Victorio y Lucchino. Para el año que viene quedará pintar la solería del paso. Adornado con claveles blancos y profusas esquinas de gladiolos, el paso de la Virgen de los Desamparados presenta una imagen ochentera y propone una vuelta al pasado. La cofradía, que saca este año 1.163 nazarenos, modifica por segundo año consecutivo su itinerario de ida, accediendo a la plaza del Cristo de Burgos desde los dominios de la Alfalfa. Y una curiosidad: llama la atención que el paso de la Virgen no se detenga ante la presidencia de la ciudad en los palcos de la Plaza de San Francisco. Las explicaciones de la cofradía apuntan a la imperiosa necesidad de cumplir los horarios en un Martes Santo con cortejos cada vez más numerosos y pendiente de un tratamiento de choque que resuelva sus históricos problemas.

El obispo castrense, Juan del Río, comparte la presidencia del palquillo de la Campana con el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, al paso de su hermandad de Los Estudiantes, de la que fue director espiritual. Por la mañana había presidido la misa ante los pasos en el Rectorado de la Universidad. Unos 130 monaguillos, desde los tres hasta los 12 años, preceden a cada paso de la cofradía estudiantil, que celebra los 50 años de la que fue, en 1967, su primera salida desde la actual sede de la calle San Fernando. Camisa blanca, pantalón gris de pinzas y medalla de la hermandad al cuello visten en este caluroso Martes Santo los aguaores del paso del Crucificado universitario, que hunde el stipes de su cruz en un estilizado monte de lirios de una intensa tonalidad morada que se ha pretendido que combine a juego con el color del faldón del paso. Ramitos de azahar perfuman con su particular aroma las jarritas delanteras del palio de la Virgen de la Angustia, que completa su exorno con rosas de color crema.

A media tarde, el Ayuntamiento anuncia la puesta en marcha de un dispositivo de la Policía Local con el fin de evitar el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública en el entorno de la Plaza de la Pescadería y la Cuesta del Rosario, donde se habían detectado ciertos excesos en días precedentes.

Cae la tarde sobre la plaza de la Campana cuando los nazarenos de San Benito, formados de tres en fondo, inician su recorrido por la Carrera Oficial. Con Carlos Morán o sin él al frente del martillo, el misterio de la Presentación al Pueblo sigue siendo uno de los pasos más esperados. Manteniendo el sello impreso por Morán –que ayer vistió su túnica de nazareno ocupando un lugar en la presidencia del Pilatos– su entrada en Campana cosechó grandes aplausos. Casi diez especies florales de distintas tonalidades componen el vistoso exorno de este paso, en el que el Señor de la Presentación viste la túnica de Rafael Peris de 1935, la primera bordada que tuvo en su ajuar. La banda del Cristo de la Sangre, que acompaña al segundo de los pasos de la Calzá, cumple su 25 aniversario y rinde homenaje con el repertorio que desgrana en la Campana a las bandas de cornetas más antiguas de la ciudad. Suenan La Sentencia de Cristo (la Centuria), Amor de Madre (Cigarreras), María (Sol) y Al Cielo el Rey de Triana (Tres Caídas). A los sones de Sevilla Cofradiera y Encarnación Coronada, el paso de la Palomita de Triana discurre por este inicio de la Carrera Oficial. El relevo de capataces acometido por la junta de gobierno en los tres pasos de la cofradía apenas deja paso a la innovación o a cambios indeseados. Los tres mantienen su sello. Jesús Candela, al frente del misterio, Manuel Roldán, con el Crucificado, y Jesús Morón Hortal, en el palio, han heredado lo mejor de sus antecesores.

La Candelaria es otra de esas cofradías que presentan este año una cifra récord de nazarenos: nada menos que 1.336 salen este año de blanco de San Nicolás. Un llamativo monte de claveles de color buganvilla alfombra el paso del Nazareno de la Salud este Martes Santo. El exorno es obra del florista onubense Antonio Rivera, que también ha dejado su atinado sello en el palio azul de la Candelaria colocando jacintos blancos en las esquinas. El resto del paso se adorna con una combinación de rosas, minicalas, siemprevivas y rosas de pitiminí. Representaciones del Cabildo Insular Canario, de la localidad tinerfeña de Candelaria, se integran en la antepresidencia del palio, para el que suena el Ave María de Schubert en la Campana. La hermandad celebra este año el 50 aniversario del nombramiento de la Virgen de la Candelaria como copatrona del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla. Para realzar esta efemérides, los empleados municipales hicieron entrega de una ofrenda floral a la dolorosa de San Nicolás al inicio de su recorrido por el emblemático paseo de Catalina de Ribera, justo en el mismo lugar donde ya en el año 1992 se instaló una placa que perpetuó las bodas de plata de este nombramiento con motivo de la salida extraordinaria que protagonizó la dolorosa el 1 de noviembre al regreso a su templo de la exposición Magna Hispalensis.

Un minimalista exorno floral deja ver a pie de calle el verde enlosado marmóreo del Palacio de Anás en el efectista y teatral misterio del Dulce Nombre. El Señor viste la más antigua de sus túnicas bordadas, la granate de Victoria Caro de 1945. Malco, Caifas y Arimatea estrenan ropajes. El palio de la Virgen del Dulce Nombre mantiene inalterable su clásico exorno de claveles rosas. Como guiño a la vecina hermandad de Vera-Cruz en el 75 aniversario de su dolorosa, en la calle Cardenal Spínola suena para la Gracia de Sevilla bajo palio la marcha Virgen de las Tristezas, de Pedro Braña.

El colofón a este Martes Santo lo pone la hermandad de Santa Cruz. Desde que se lleva esa contabilidad, nunca antes tantos nazarenos formaron en las enlutadas filas de esta cofradía: 620 túnicas. El Cristo de las Misericordias y la Virgen de la Antigua componen un sobrecogedor Stabat Mater que se alza sobre un monte de lirios de tonalidad muy intensa. La última vez que lució este exorno fue el Sábado Santo de 2004, con motivo de su participación en el Santo Entierro Grande. Lirios blancos y rosas componen el exorno del palio de la Virgen de los Dolores.

A la espera de su gran reforma, el Martes Santo funciona como un reloj y es el primero de los días de la Semana Santa que se cierra casi sin retrasos.