Guía cofrade: Crucificados (97)

La representación de Cristo en la cruz se generalizó en Sevilla a partir de la segunda mitad del siglo XVI

17 mar 2017 / 08:38 h - Actualizado: 17 mar 2017 / 08:38 h.
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  • Detalle del Crucificado de la Vera Cruz. / José Manuel Cabello
    Detalle del Crucificado de la Vera Cruz. / José Manuel Cabello

La inclusión del culto pasionista en nuestra tierra tuvo sus raíces a raíz de la conquista del valle del Guadalquivir, siendo difundido por las órdenes mendicantes y por la ideología de la devotio moderna procedente del norte de Europa. Pequeñas imágenes pasionistas, como Piedades, Ecce Homo y los primeros crucificados comenzaron a incorporarse en oratorios privados, capillas funerarias y finalmente en las agrupaciones pasionistas que nacieron a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Serían las escenas del Crucificado y el Nazareno los que se convirtieron en las escenas aisladas más devocionales de la Semana Santa de Sevilla. El Crucificado sin duda alguna es la escena más divulgada de la cultura cristiana, icono propiamente dicho de identidad de todo el recorrido vital de la vida de Cristo. El Cristo de la Vera Cruz es el Crucificado más antiguo que hoy conservamos de la Semana Santa de Sevilla, prototipo de la escuela inicial del incipiente naturalismo de principios del siglo XVI. Entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII la escuela sevillana de la pintura dejaría uno de los capítulos más significativos en la evolución del crucificado, desde las composiciones por Francisco Pacheco, su yerno Velázquez, o las distintas versiones de Francisco de Zurbarán, como la realizada por Francisco Pacheco. Iconográficamente se utilizarían los modelos de Cristo muerto o Cristo agonizando. Ya en el siglo XVII los crucificados de Juan de Mesa marcarán la culminación del barroco inicial sevillano, el verdadero triunfo de la ideología realista de la muerte, destacando en este sentido el Cristo del Amor o el Cristo de la Buena Muerte.

Pedro Roldán, así como su taller, aportaría a la iconografía del Crucificado un sabor barroquista, propio ya de los años finales del siglo XVII, como la maravillosa imagen del Cristo de la Expiración de la hermandad de la Exaltación (Los Caballos) y el Crucificado de la hermandad de Santa Cruz. De todos es sabido que el barroquismo de las morfologías de los Crucificados llegaría a su máxima evolución en la talla popularmente conocido como el Cachorro, una de las piezas más extraordinaria de toda la historia de la escultura española obra del genial escultor utrerano, Francisco Ruiz Gijón en 1682. Dentro de la imaginería contemporánea habrían de destacarse como grandes imagineros de crucificados a Antonio Illanes, Francisco Buiza, Luis Álvarez Duarte o Juan Manuel Miñarro..