De la Tacita de Plata a Nervión

La banda del Rosario de Cádiz se estrena tras el paso del Cristo de la Sed, manantial de amor y fuente de agua viva de todo un barrio

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
12 abr 2017 / 20:51 h - Actualizado: 12 abr 2017 / 21:00 h.
"Cofradías","Miércoles Santo","La Sed","Semana Santa 2017"
  • La banda de cornetas y tambores del Rosario de Cádiz se ha estrenado tras el Cristo de la Sed. / Diego Arenas
    La banda de cornetas y tambores del Rosario de Cádiz se ha estrenado tras el Cristo de la Sed. / Diego Arenas

La noche anterior habían terminado a las cuatro de la madrugada tras el Cristo de la Columna de Cádiz. Apenas habían podido conciliar el sueño con tantos nervios. El tiempo justo para «descansar algo» y hacerse casi dos horas de autobús hasta Nervión. «En el camino ya tenía el móvil con la mitad de batería por la cantidad de whatsapps de apoyo que hemos recibido de otras bandas foráneas que hoy se sienten representadas con nosotros, y también de otras tantas de Sevilla. Esto es un sueño. Es la meta de cualquier músico amateur», confesaba Sergio Figueroa, subdirector de la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora del Rosario de Cádiz, que ayer debutó tocando tras el paso del Cristo de la Sed.

Mucha era la expectación que se había creado desde que se anunciara su contrato hace casi un año. Tanto que esta formación de 145 músicos llevaba meses preparando con la hermandad el repertorio de su puesta de largo en Sevilla. «Eminentemente de tipo clásico pero también sonando mucho a Rosario de Cádiz», como se pudo escuchar al poco de que saliera el crucificado de Luis Álvarez Duarte unos 20 minutos después de que el hermano mayor, Pepe Cataluña, diera las instrucciones precisas para comenzar la estación de penitencia. «¡Don Ricardo Mora, abra las puertas!», ordenó solemnemente a un antiguo diputado de cruz de guía al que había concedido el honor de inaugurar este año un nuevo Miércoles Santo en el barrio de Nervión.

El tímido aplauso del público –en su mayoría sentado en las sillas reservadas a hermanos y familiares a ambos lados de la puerta– dio paso a otra de las novedades de la cofradía. Iba delante de la cruz de guía y era el fruto de meses de trabajo y dedicación. «Empezamos en octubre con clases de iniciación de solfeo y de instrumentos de bandas. Se está haciendo un buen trabajo con los chavales», explicaba José Manuel Reina, director musical de la escuela de música y de la nueva banda de cornetas y tambores Cristo de la Sed. Para su primera estación, habían elegido un repertorio de 25 marchas clásicas, «tipo Alberto Escámez» y «de las Tres Caídas de Triana», concretaba este experimentado músico que ha pasado por la Centuria, Tres Caídas y San Juan Evangelista mientras los 80 integrantes, algunos de seis años, se perdían en dirección a la calle Cardenal Lluch. En sus caras de ilusión se dibujaba el anhelo de, quién sabe, algún día tocarle al Cristo que les ha dado esta oportunidad de crecer y aprender. «Ya tendremos tiempo de evolucionar», decía con prudencia Reina.

Las altas temperaturas presagiaban una estación de penitencia «dura», como señalaba el hermano mayor. Para cuidar del cuerpo de nazarenos, se habían dispuesto «dos aguaores por tramo» y «un equipo médico» ante posibles incidentes en las horas centrales del día. Pero Nervión contaba con el inagotable manantial de amor y fuente de agua viva que es el Cristo de la Sed. «Por todos los cristianos perseguidos», arengaba bajo los faldones el capataz Ricardo Almansa poco antes de que el primer paso descendiera por la pequeña rampa a los sones de su marcha interpretada por la Oliva de Salteras. Una primera pará para elevar la cruz... y sonó con fuerza el Rosario de Cádiz. Consuelo, una composición dedicada al Transporte de Jerez, se impuso magistralmente a este lado de la Gran Plaza arrancando los primeros aplausos. Sones gaditanos para saciar la sed del madero redentor. «Venimos con mucha ilusión y con ganas de hacerlo bien y agradar», insistía con humildad Figueroa al frente de esta nutrida legión de gorras blancas.

La parroquia de la Concepción empezaba a vaciarse de capas blancas. Ello permitió ver con claridad a José Soto, presidente de Alcer Giralda, y Antonio Fuentes. Habían hecho una ofrenda floral a las imágenes que desde hace dos años son patronos de los trasplantados renales. «Nos sentimos como más protegidos», revelaba Soto, mientras que Fuentes destacaba la «gran labor» de concienciación que están haciendo las hermandades con el tema de las donaciones, «algo impagable».

El recuerdo a los que no están este año estuvo presente en la salida del palio. «Por nuestra camarera perpetua, Popo, vámonos con la alegría que ella siempre quería para la Virgen». Las imágenes eran captadas por una cámara tipo Gopro tras el llamador, que también llevaba el Cristo. Era para un audiovisual que prepara la hermandad para su cincuentenario fundacional en 2019. En la delantera del palio, Fernando Marmolejo no podía ocultar la emoción ante el azul materno de unos ojos. «No sé si es por los años o por lo que me produce, pero cada día la veo más bella». Es el Consuelo de Cristo al que siempre se agarra Nervión.