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Exposición de dulces de conventos en el Alcázar. / El Correo
La hermandad de la Antigua se ha empeñado en implicar a todos los cofrades en el mantenimiento de los conventos, uno de sus fines. Así, este año, además de la celebración de los viacrucis cuaresmales cada viernes en un zenobio aderezado por una explicación histórico-artística por un reconocido historiador, sus responsables están intentando involucrar a las hermandades de penitencia para que promueva la venta de los dulces que elaboran las monjas. La idea es que, junto a las estampitas y las medallas que ofrecen las corporaciones a sus hermanos que van a retirar la papeleta de sitio, se presenten las cajas de estos manjares.
Al proyecto, que han bautizado como Acoja un convento, se han sumado ya las hermandades de La Cena, que venderá pestiños del monasterio de San Leandro; la Exaltación, asociada al convento de Santa Inés; o Las Aguas, también vinculada a San Leandro, pues es donde guardan sus parihuelas durante todo el año. Están además en conversaciones con Los Servitas, Los Gitanos y la Sagrada Mortaja, para que acojan al convento del Socorro y el Cristo de Burgos «estudiará la iniciativa el próximo lunes en su cabildo de oficiales», explica el responsable de tesorería de la Antigua, Manolo García Preciados, que pretende también que la Soledad de San Lorenzo, así como el resto de hermandades de la feligresía, distribuya dulces de San Clemente.
Las monjas preparan ya las cajas tal como se envían al Alcázar para la exposición de dulces de conventos del puente de la Inmaculada, aunque esta vez llevan los típicos de Cuaresma: torrijas y, sobre todo, pestiños.