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El azul claretiano se impuso en Heliópolis

La Archicofradía de la Misión inaugura su nuevo horario de salida en una tarde que rejuveneció dentro y fuera de las filas nazarenas

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
18 mar 2016 / 22:17 h - Actualizado: 18 mar 2016 / 23:59 h.
"Vísperas","La Misión","Viernes de Dolores","Pregón de la Semana Santa 2016"
  • Espectacular acogida a Misión en Heliópolis. / José Luis Montero
    Espectacular acogida a Misión en Heliópolis. / José Luis Montero

Había algunas nubes en el horizonte pero se impuso el azul en Heliópolis. El azul de los capirotes y los escapularios de los nazarenos que, en familia, iban llegando a las inmediaciones de la parroquia del colegio Claret desde primera hora de la tarde. Este año no había tanta prisa. La Archicofradía había retrasado la salida en 30 minutos, pensando principalmente en el descanso de los numerosos niños que integran sus filas. Muchos de ellos apenas tienen tiempo desde que salen del colegio a las tres de la tarde y están citados en el templo a las cinco. Las cornetas de la juvenil de las Cigarreras soplaron con fuerza abriéndole paso a la cruz de guía y en un intento de ahuyentar las últimas nubes que se hacían las remolonas. “Nachooo...”, llamaba Manuel Antonio Santiago. “Savater...”, hacia lo propio Antonio Santiago a través de la celosía de madera por la que respira la gente de abajo. En apenas unos minutos, el imponente paso de misterio del Cristo de la Misión tomaba el patio delantero de la iglesia. Una vez más se produjo la conjunción de cada Viernes de Dolores: Cigarreras y paso. Una sinfonía de sentimientos, pellizco y entrega que concita a numeroso público, en su mayoría jóvenes, en la calle Padre García Tejero. Primeras chicotás y primeros aplusos para un misterio que veía aumentado los bordados de las túnicas con dos piezas cedidas para la estación de penitencia: una saya burdeos de la dolorosa de Santa Marta que llevaba la Virgen del Amparo y el mantolín del San Juan del Amor para el Evangelista claretiano. La tarde se antojaba perfecta entre saludos y alguna que otra saeta en el colegio de las Mercedes. Aunque un aire frío que se levantó se empeñaba en decir lo contrario.