Cuaresma 2019

El Cautivo de siempre

Cientos de miles de devotos han pasado este mes de marzo por la parroquia de San Ildefonso, morada de una de las grandes devociones del pueblo

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
22 mar 2019 / 14:15 h - Actualizado: 22 mar 2019 / 18:01 h.
"Cofradías","Cuaresma 2019"
  • Besapiés del Cautivo. / Fotos: M. J. Fernández
    Besapiés del Cautivo. / Fotos: M. J. Fernández
  • El Cautivo de siempre
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Carmen se ha hecho casi tres horas de carretera (264 kilómetros, en concreto) para estar en Sevilla este cuarto viernes de Cuaresma. No viene sola desde Cáceres. Le acompañan su hermana María y la hija de ésta, Loli, así como los recuerdos de una infancia en el entorno de la Alfalfa, donde se crió y recibió la herencia eterna de esta devoción íntima y familiar por la que nunca pasa el tiempo. Ni la distancia ni las modas cofrades logran apagarla en quienes fueron a este templo de la mano de sus padres y abuelos. «Es algo que llevamos dentro. Un cariño que hemos visto en casa de pequeños y que ahora transmitimos a nuestros hijos y nietos», atiende a explicar Carmen mientras que aguarda con emoción en la cola de sevillanos y demás fieles que hoy peregrinan hacia la iglesia de San Ildefonso, donde habita «el Cautivo de siempre».

Apenas pasan unos minutos de las once y media de la mañana y el reguero de devotos abraza el lateral del templo y se extiende hasta perderse por la calle Boteros. En esta hilera se conjugan varias generaciones: abuelas, madres, hijos y hasta nietos que van aupados en brazos entre ramos de claveles rojos y velas de promesas. Cada familia con una historia personal. Una motivación diferente. Una oración concreta. Pero todos encaminados a cumplir, más por convicción que por tradición, un rito que traspasa las fronteras de esta zona del centro de Sevilla y que cada mes de marzo moviliza a una legión de cientos de miles de personas. «No entiendo la Cuaresma, sin venir a visitar al Cautivo. Siempre vengo para este viernes de besapiés, aunque hay años, como este, que también he venido el primero de marzo. Es la devoción del pueblo, pues si no mira qué de gente viene», asegura Rocío, que viene con su esposo desde La Palma del Condado. De este y de otros municipios de esta comarca onubense suelen fletarse cada año autobuses de devotos del Cautivo.

Un océano de luces

Dentro, en la iglesia, se mantiene el orden de espera para el besapiés en una ordenada fila en la zona de la derecha, conforme se entra de espaldas a la puerta principal. Hay quien aprovecha para encender «una o dos velas» en la mesa larga que se localiza en el pasillo central y en la que cada vez cuesta más trabajo encontrar un hueco libre. Es el océano de luces que abre a las plantas del Señor de San Ildefonso.

Luces parpadeantes, a merced del aire que se cuela desde la calle, pero que, como los fieles, «se mantienen firmes en su fe», describe solemnemente Charo, una vecina de Rochelambert, que lleva desde las siete y media de la mañana (hora de apertura del templo) sentada en una de las bancas laterales del templo como abadesa improvisada de todo cuanto acontece. «Esto no lo tumba nada ni nadie. Mira que han pasado años, pues aquí seguimos con Él...» En concreto, han discurrido un total de 110 años desde que llegara a esta iglesia de la collación de la Alfalfa desde el templo de San Hermenegildo donde quedó depositada la imagen después de la desamortización del convento de Los Descalzos (lo que hoy es la casa de hermandad del Cristo de Burgos), y la marcha de los frailes trinitarios de Sevilla.

«Por suerte volvió a esta feligresía», apunta Manuel, un veterano devoto del Cautivo que acaba de sufrir un infarto el pasado 11 de marzo. «Estoy muy bien ya, pues como estoy con mi Señor... Él es mi mejor cura». Manuel coordina con las enfermeras de la residencia de la vecina calle Pérez Galdós la logística de llevar a los mayores e impedidos hasta el pedestal del Señor. «¿Dónde está el Cautivo?», reclama impacientemente una de las residentes del centro que va en silla de ruedas y parece tener problemas de visión. Con ayuda de las cuidadoras van depositando su beso. Hay quien incluso se agarran al cíngulo de la túnica en un gesto de súplica de última hora antes de regresar al asilo. Ellas no pero sí algunas de las devotas que arriban hasta el Cautivo, deparan en que les resulta familiar el rostro de la persona que en este momento está encargada de limpiar los surcos del cariño con un pañuelo blanco. Otrora un mediático presidente del Real Betis Balompié, Manuel Ruiz de Lopera está «como un devoto más», cumpliendo con el Cautivo.

Del interior de las dependencias parroquiales llegan más y más velas moradas. La comunidad parroquial de San Ildefonso, que se encarga del cuidado y de los cultos del Cautivo, ha encargado este año unas 14.000 velas. Sin embargo, no ha sido suficiente para cubrir todos los viernes de marzo, este año con un quinto extra. Explican que han tenido que realizar «un segundo pedido».

El Cautivo de siempre
Besapiés del Cautivo. / Fotos: M. J. Fernández

El primer sorprendido ha sido el propio párroco. «Hay una cuestión muy afectiva en la devoción a Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado. En el 80% de los casos está intrínsecamente unida a la historia familiar. Vienen como lo hacían sus padres y sus abuelos, y se acuerdan de ellos cuando están aquí con el Cautivo», se sincera Geraldino Pérez, que lleva seis años al frente de esta histórica parroquia, donde tiene también su sede la Virgen de los Reyes Patrona de Sastres.

Pero el padre Geraldino asegura también que se produce un cambio en la gente que viene a rezarle al Cautivo. Lo resume de la siguiente forma: «Entras y cuando sales de aquí, ya no eres el mismo». Sus palabras las corrobora Luisa, vecina de Nervión, a la que la vida le ha dado últimamente un revés fuerte. «Estoy en deuda con el Cautivo. Mi hijo ha superado un cáncer... Mira que se lo he pedido veces... Él me ha dado fuerzas para afrontar el tratamiento y para que todo saliera bien». Son “los milagros” del Señor Cautivo: el mismo de las colas hasta la Alfalfa, el de los viacrucis presididos por el cardenal Bueno Monreal o al que siguió una multitud de fieles en la extraordinaria de las misiones de los años sesenta junto a la Virgen de los Reyes. Una devoción parroquial, cuya hermandad la hacen día a día los devotos llegados de distintos puntos de Sevilla y de otras provincias andaluzas. Es el Cautivo de ayer, de hoy y de siempre.

Viacrucis externo como colofón

Como broche final, el próximo día 29, último viernes de mes, se celebrará el solemne viacrucis con la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado. Saldrá a las 19 horas desde la parroquia de San Ildefonso y tomará por el siguiente recorrido: Caballerizas, Águilas, Alfalfa, Odreros, Sales y Ferré, plaza del Cristo de Burgos, Zamudio, plaza de San Ildefonso y entrada a las 21 horas. El acompañamiento musical será un trío de capilla y la imagen irá sobre las andas de traslado del Cristo de las Penas de San Roque, «en recuerdo de cuando salía de esta forma tan cercana» hace ya algunos años.