El día en que Guadalupe salió de hebrea

El sol y calor marcan un Lunes Santo de aniversarios, despedidas y estampas únicas

10 abr 2017 / 23:46 h - Actualizado: 11 abr 2017 / 10:14 h.
"Cofradías","Lunes Santo","Semana Santa 2017"
  • Santa Genoveva, venerada en el Tiro de Línea. / Jesús Barrera
    Santa Genoveva, venerada en el Tiro de Línea. / Jesús Barrera
  • El Beso de Judas avanza por la calle Santiago tras su apoteósica salida. / Manuel Gómez
    El Beso de Judas avanza por la calle Santiago tras su apoteósica salida. / Manuel Gómez
  • Las sombrillas orientales, la moda de La Campana. / M. Gómez
    Las sombrillas orientales, la moda de La Campana. / M. Gómez
  • Respiraderos del palio de Vera Cruz. / Teresa Roca
    Respiraderos del palio de Vera Cruz. / Teresa Roca
  • La tradicional saeta a la cruz de guía de las Penas tampoco faltó. / Manuel Gómez
    La tradicional saeta a la cruz de guía de las Penas tampoco faltó. / Manuel Gómez

Gozosamente caluroso. Festivamente primaveral. Casi veraniego. Sevilla vivió ayer un Lunes Santo muy distinto al de 2016, cuando a causa del mal tiempo sólo cuatro cofradías pudieron cumplimentar sus estaciones de penitencia. Ayer, de nuevo como el Domingo de Ramos, el sol y el calor fueron los grandes protagonistas de una jornada de sombrillas orientales, antifaces levantados en los tramos infantiles, faldones enganchados a los respiraderos para aliviar las sofocantes temperaturas bajo el faldón y reiterados llamamientos desde las administraciones a que el público se hidratase constantemente.

Con el sol cayendo inmisericorde y el mercurio rozando los 30 grados, la sombra se cotiza a precio de oro en la salida de las cofradías mañaneras y en las horas centrales del día. En días como el de ayer resulta casi heroico enfundarse en una túnica durante más de 14 horas. Es el caso de las cofradías que abren la jornada en dos barrios populosos y con dos Cautivos que arrastran decenas de fieles a sus espaldas. Poco más de un cuarto de entrada en la plaza de la Campana recibe al inicio de la Carrera Oficial a la cofradía de San Pablo que este año vive una estación de penitencia muy especial. Se cumple 25 años de la bendición del Señor Cautivo y Rescatado y el medio siglo de la inauguración de un barrio poblado en sus orígenes por numerosos vecinos allegados desde núcleos como Triana y la Macarena, de ahí que en un guiño a sus primeros pobladores la dolorosa del Rosario luzca este día una saya de la Esperanza del Arco y un puñal de la Esperanza de la calle Pureza. El teniente general jefe de la Unidad Militar de Emergencia (UME), Miguel Alcañiz, se incorpora a la presidencia del palio en la Campana, agradeciendo la concesión del título de Hermano Honorario que goza la institución militar desde el pasado 7 de octubre. Su fajín de general ciñó la cintura de la Virgen del Rosario, en cuyo respiradero frontal figuraba la vara cruzada de Miguel Ángel Campos, el hermano mayor fallecido el pasado mes de diciembre. Precioso el detalle de San Benito con esta hermandad: el palio de la Virgen de la Encarnacion se asoma a la puerta lateral de su parroquia para dar la bienvenida a los esforzados nazarenos del cortejo de San Pablo cuando el sol cae a plomo en Luis Montoto.

Una de las estampas más entrañables del día la protagonizó el hermano mayor de la Redención, que en su último Lunes Santo como hermano mayor y en el día de su 45 cumpleaños, entró en la Campana con su hija de un añito en brazos, Rocío Moncayo Creagh, vestida de monaguilla. Por vez primera, tras el antecedente del malogrado Viacrucis de la Fe de 2013, los seis apóstoles del misterio y el Señor de la Redención visten túnicas bordadas. En aquella ocasión se recurrió al préstamo de los ropajes por parte del Amor y La Lanzada. Esta ocasión, la hermandad ha cumplido «el sueño» de enriquecer su patrimonio con este juego de túnicas bordadas en el taller de Santa Bárbara, artífice también del manto procesional de la Virgen del Rocío, cuyos bordados al fin este año reciben las primeras caricias del sol. Llamaron la atención las flores «biofilizadas» y las distintas especies de «flor seca» del palio de la dolorosa de Castillo Lastrucci, a la que la juventud de su hermandad regaló una imponente petalada -nada menos que 35 cajas- durante toda la calle Santiago. También por vez primera, el estandarte de la hermandad del Rocío de Sevilla recibió a la cofradía a su regreso bajo el azulejo del Cristo del Amor.

Es también el último Lunes Santo como hermano mayor de Santa Genoveva para Francisco Javier Bonilla. Los andares de los dos pasos llegados del Tiro de Línea son muy aplaudidos en la Campana. Sobre un monte de rosas enmarcado por un friso de lirios, el Cautivo de Paz Vélez se presenta este año con una túnica de terciopelo color burdeos en lugar de la morada habitual. Una gran petalada, desde los altos de la confitería de la Campana, recibe a la Virgen de las Mercedes a su entrada en Sierpes tras una elegantísima entrada en Campana.

Los cánticos penitenciales de la Agrupación Coral Portuense ponen luctuosa banda sonora a la salida de los 15 tramos -once de luz y cuatro de cruces- de la cofradía de Santa Marta de San Andrés, cuyo hermano mayor, Isidro González, tambien se despedirá en octubre de su cargo. Año tras año se repite el rito en el interior de las naves de San Andrés: una decena de sacerdotes imparten la confesión y reparten la comunión a los nazarenos antes de la salida. Los monaguillos forman por vez primera en el Pozo Santo, prueba del sostenido crecimiento del cortejo. El misterio del Traslado al Sepulcro no sale a la calle desde 2015, el año de la célebre visita del rey Felipe VI, histórico acontecimiento que ha quedado perpetuado en una placa ubicada en el atrio de salida de la cofradía. Una voz femenina, la de la hermana Carmen Prieto, da este año lectura en la Catedral a la meditación de la hermandad.

A poco más de seis meses para la coronación de la Virgen de la Salud de San Gonzalo, la corporación del Barrio León celebra el 75 aniversario de su fundación poniendo en la calle el cortejo más numeroso de su historia, casi 2.300 nazaremos, lo que obliga a la cofradía a formar de tres en fondo durante buena parte del recorrido. Un repertorio de marchas nuevas enfrían la entrada en Campana del misterio del Soberano Poder, que viste túnica lisa. Mucha más cálido fue el recibimiento de la Virgen de la Salud en este punto de la Carrera Oficial, donde la dolorosa se despide a los sones de Pasan los Campanilleros y en medio de una imponente petalada desde las azoteas de la antigua zapatería de Pilar Burgos. La cofradía sufre un serio parón en Sierpes, donde las asistencias sanitarias deben atender a un niño del público de un esguince de muñeca.

Vera-Cruz es una cofradía en auge. Nunca antes tantas representaciones de la Confraternidad formaron en sus filas. Nada menos que cincuenta y la más lejana llega de Bilbao. El paso del Crucificado -helecho salpicado en el monte morado de lirios- estrena un sistema de cajillo eléctrico que permite acortar los tiempos en la salida y entrada de la cofradía. El vestidor Antonio Bejarano ha perfeccionado tanto el tocado, sumamente abierto, de la Virgen de las Tristezas que hasta desde el último de los varales del palio es posible contemplar su rostro. ¿No lo han comprobado? Para José de Cristóbal, hermano mayor, también el de ayer fue su último Lunes Santo con la vara dorada.

Cincuenta años cumple la cruz de guía de Las Penas de San Vicente y medio siglo también la tradición de que sea recibida a las puertas de San Vicente por una saeta a pie de calle, ayer en la voz de Manolo Cuevas hijo. La letra de esa saeta se repite todos los años y la dejó firmada Rodríguez Buzón: Tras esa cruz primorosa/ viene el Señor de las Penas/ y con Él triste y llorosa/ la Inmaculaza Azucena/ de las Reinas dolorosas. El Nazareno caído de San Vicente viste la más modernas de sus túnicas bordadas y la Virgen de los Dolores luce bajo su palio, cuya restauración se ha completado este año tras un proceso iniciado en 2012. Se cumplen 50 años de la Marcha de Cofradía número 1, dedicada por Pedro Braña a la hermandad de las Penas, composición que la Banda de Tejera interpreta en la Plaza de San Francisco.

Pero sin duda fue la hermandad de Las Aguas la que brindó la que será una de las estampas más singulares y comentadas de esta Semana Santa. En el 50 aniversario de la bendición de la Virgen de Guadalupe, y tras elevar las oportunas consultas litúrgicas, la junta de gobierno decidió que la Virgen Niña procesionara bajo palio vestida de hebrea, en un guiño histórico a esos nueve meses -entre agosto de 1966 y febrero de 1967- en los que la dolorosa esculpida por un entonces desconocido Luis Álvarez Duarte estuvo expuesta en una sala de la parroquia de San Bartolomé y ataviada con ropajes de hebrea cedidos por la hermandad de la Trinidad para que así la conocieran sus hermanos. Sólo la Virgen de la Hiniesta salió antes así en Semana Santa, concretamente en el año 1958, y por circunstancias bien distintas, las dificultades de la cofradía de San Julián en la conservación de sus enseres. El grupo joven le regaló a la Virgen de Guadalupe una gigantesca petalada desde varias casas de la calle Dos de Mayo, con más de 13.000 tallos de claveles.

El Lunes Santo toca a su fin. Cuando la cruz de guía del Museo pide la venia en Campana el retraso del día alcanza casi los 30 minutos. El Crucificado de Marcos Cabrera luce este año sobre un novedoso monte floral en tonos rojos en el que se combinan tulipanes, amapolas y rosas rojas, mientras que el palio de la Virgen de las Aguas se exorna con unas primorosas camelias. La cofradía confirma este año su recorrido de regreso por la plaza de Molviedro y Gravina, lo que aporta muho mayor recogimiento al decano de los cortejos del Lunes Santo.