El dueño del bar de Arfe rebate la tesis oficial de los sucesos de la Madrugá

Asegura que entre la pelea «a las puertas» de su local y la primera avalancha pasaron 10 minutos

14 may 2017 / 21:48 h - Actualizado: 15 may 2017 / 20:20 h.
"Madrugá","Sucesos de la Madrugá 2017"
  • La primera avalancha, según este testigo, provino de la calle Castelar en dirección al Arco del Postigo. / Manuel Gómez
    La primera avalancha, según este testigo, provino de la calle Castelar en dirección al Arco del Postigo. / Manuel Gómez

A la versión oficial que sostiene que los incidentes de la pasada Madrugá en Sevilla tuvieron como foco una pelea en un bar de la calle Arfe le han salido las primeras goteras. El dueño de la bodeguita donde la investigación policial sitúa el epicentro de las posteriores estampidas que durante casi dos horas alteraron la calma y rompieron la armonía en numerosos escenarios del centro de la ciudad ha declarado en dos ocasiones ante la Policía que entre esa riña, que «no se originó en el interior del local», y la primera estampida de público hay un «salto horario» de diez o quince minutos. Es más, entre un acontecimiento y otro, según su versión, varios efectivos de la Policía hicieron acto de presencia a las puertas de su establecimiento con intención de restablecer la calma en esa zona. Pepe, que es el nombre de pila del dueño del negocio y como prefiere ser identificado, mantiene que «la pelea no tiene nada que ver con la primera avalancha».

En declaraciones a El Correo, el dueño de esta tradicional bodeguita del Arenal que «lleva 60 años abierta» y en la que entró a trabajar como aprendiz a los 13 años de edad –ahora tiene 55– asegura que ya ha testificado en dos ocasiones ante la Policía en la Jefatura de Blas Infante y que, en ambas ocasiones, ha mantenido la misma versión. «La pelea se acaba y se acaba. Nadie sale corriendo ni ocasiona estampida ninguna. Diez o quince minutos después es cuando se produce la primera avalancha, que proviene de la calle Castelar en dirección al Arco del Postigo por la misma acera de mi local. Hay un salto en el tiempo entre esa pelea y la avalancha», asegura.

Aunque se encuentra de baja médica desde el pasado mes de febrero, Pepe se hallaba esa noche, como otras Madrugás, en el interior de su local acompañando esta vez a su mujer, que estaba detrás de la barra. Por las puertas de su negocio transcurren esa noche tres hermandades, el Gran Poder, El Calvario y la Esperanza de Triana. «Salvo el año pasado, que nos obligaron a cerrar, siempre hemos abierto esa noche y eso que ha habido años, yo todavía era jovencillo, en que he tenido que sacar a gente a empujones del bar por su mal comportamiento. La Madrugá tiene mucha guasa, pero no veo bien que pudiendo ganar dinero se nos obligue a cerrar porque hay muchos padres de familia trabajando en el negocio de la hostelería, pero el año pasado la Policía nos comunicó que desde las dos hasta las ocho de la mañana teníamos que tener cerrado el local».

Pepe cuenta que la pelea que la investigación policial señala como el origen de todos los disturbios no se produjo en el interior de su negocio y asegura que «es incierto» que de su local nadie fuese arrojado con la cabeza por delante. Según su versión, la riña se originó a las puertas de su bodeguita, en la acera, y de ahí saltó a la calzada donde discurrían los primeros tramos de nazarenos del Gran Poder. «Cuando me asomé vi a a tres o cuatro personas en el suelo intentando separar. Y me dije a mí mismo: ‘Ya no respetan ni a las cofradías’. Se abrió un vacío entre el público y también entre los nazarenos, pero pronto se restableció la calma. Esa riña no provocó ninguna carrerita. Y conozco a ciencia cierta que un nazareno del Gran Poder ha atestiguado ante la Policía en tres ocasiones lo mismo que le estoy contando. ¿Por qué no sale a la luz eso?»

QUIERO RESTABLECER EL BUEN NOMBRE DE MI NEGOCIO

Desde la infausta madrugada del pasado 14 de abril, Viernes Santo, la bodega situada a la altura del número 9 de la calle Arfe donde la investigación policial sitúa el germen de los posteriores altercados se ha convertido, desgraciadamente, en centro de peregrinación para muchos curiosos. Su dueño asegura que el suyo ha sido siempre un negocio tradicional, «de cervecita, vinito y tapitas», al que ha acudido a lo largo de su historia buena parte del «caché político» de esta ciudad.

Pepe, que así se llama su actual dueño, se muestra preocupado por «recuperar el buen nombre» de un negocio que lleva seis décadas sirviendo a los clientes en el corazón del Arenal. «No es ningún bar de copas», desmiente el responsable. El año pasado le obligaron a cerrar la bodega durante la Madrugá entre las dos y las ocho de la mañana. «Este año las consignas que teníamos eran que estuviera el toldo recogido para no importunar y que no hubiera vasos ni de cristal ni de plástico fuera del local, ni siquiera de agua».

«Mi mujer está mala desde lo que pasó», asegura Pepe, quien atribuye la conflictividad de la Madrugá a «cierta juventud». Según ha tenido noticias posteriormente por el padre de uno de los implicados en la pelea, uno de los intervinientes en la misma sí se encontraba en su bodega esa noche. «La pelea se originó porque un joven ruso le hace un comentario sobre su novia y por lo que sé hubo una guantada del ruso con la mano abierta». Pepe no cree que esta discusión pudiera originar todos los disturbios que se vivieron aquella noche en el centro de Sevilla.