El espejo en el que mirarse

La hermandad de Los Gitanos, fiel a sus orígenes, sigue vinculada al colectivo

19 dic 2016 / 07:00 h - Actualizado: 19 dic 2016 / 07:00 h.
"Los Gitanos","Colectivo gitano","Sobrevivir a los estereotipos"
  • Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud durante la pasada Madrugá del Viernes Santo. / Pepo Herrera
    Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud durante la pasada Madrugá del Viernes Santo. / Pepo Herrera
  • Una familia en el asentamiento chabolista de El Vacie. / P.Puentes
    Una familia en el asentamiento chabolista de El Vacie. / P.Puentes
  • Un alumno del taller de carpintería del Polígono Sur. / A.G.
    Un alumno del taller de carpintería del Polígono Sur. / A.G.

«Corría el año 1753, en un difícil contexto histórico para los gitanos en España, que eran perseguidos y encarcelados, cuando un grupo de gitanos del barrio de Triana, encabezados por Sebastián Miguel de Varas, deciden fundar en el convento del Espíritu Santo la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Nuestra Señora de las Angustias». Así se refleja la fundación en sus reglas.

Desde entonces, mucho ha llovido y muchas han sido las vicisitudes de toda índole que han pasado sus hermanos, con continuos traslados a lo largo de su historia que les han llevado, en diferentes épocas y por diversos motivos, a radicar en un buen número de templos. Desde el antiguo arrabal trianero hasta llegar al actual, el santuario de la calle Verónica.

Una historia de siglos en la que no se ha dado la espalda a sus fundadores; al contrario, la vinculación con los gitanos, en ambos sentidos, en perfecta comunión, ha sido, es y será una auténtica seña de la hermandad y un motivo de orgullo para quienes la integran, tengan o no esta condición. «La necesidad de evangelización de la comunidad gitana continúa latente y que se sigan sintiendo parte de la Iglesia es una función más que realizamos. La presencia de la hermandad es esencial; no en vano, estamos viendo cómo de forma constante se marchan a otras religiones, como la evangélica», asegura Carlos de Paz, teniente de hermano mayor.

La hermandad contribuye también a trasladar una imagen real que está oculta porque «la que se transmite en los medios está tergiversada y llena de estereotipos. Salen a menudo informaciones negativas». Pero al margen de esa función, en la hermandad tienen muy presente su acción social. «Atendemos a familias como hace cualquier Bolsa de Caridad de cada hermandad, pero tenemos otras iniciativas, como la escuela de carpintería en la parroquia de Jesús Obrero, en el Polígono Sur y el proyecto de El Vacie», destaca.

En este asentamiento chabolista de Sevilla –uno de los más antiguos de España– con un parte importante de la población excluida, dos trabajadores sociales de la hermandad actúan con niños en el paso de Primaria a Secundaria, se trabaja en colegios como mediadores y también para concienciar al profesorado. «Hemos empezado a trabajar con estas familias y los institutos nos piden que sigamos con nuestra labor. Como resultado, hay chavales que están en vía de terminar sus estudios y el absentismo escolar ha bajado», apunta De Paz.

Otra muestra más de estos estrechos vínculos con esta comunidad es su colaboración constante con la Pastoral Gitana que dirige Emilio Calderón. En esta idiosincrasia está una de las razones de su existencia y, fiel a sus orígenes, sigue siendo el espejo en el que pueden mirarse.

DEFERENCIA A SUS FUNDADORES

Desde que se fundó la hermandad, a mediados del siglo XVIII, la junta de gobierno ha estado presidida por una persona gitana «por deferencia a sus orígenes». Sin embargo, de un tiempo a esta parte ha sido este, en mayor o menor medida, un tema controvertido hasta el punto de que se convirtió en un elemento determinante a la hora de rechazar las nuevas reglas de la hermandad. En este sentido, el articulado eliminaba esa imposición y dejaba entreabierta la puerta para que cualquier hermano pudiera presentarse a ese puesto.

Para el hermano mayor actual, Pepe Moreno, el desenlace de esta cuestión se producirá con normalidad. «En el Arzobispado se veía bien la matización empleada (a ser posible que sea gitano) aunque debemos buscar entre todos una frase que logre el consenso necesario. Sí es cierto que nadie me comenta nada de este tema en el día a día y que siempre se produce ese runrún cuando se acercan unas elecciones», señala. Para el hermano mayor, que sea una persona gitana quien represente a la hermandad es algo muy positivo para que «ellos se sientan representados en la Iglesia. Queremos ser un espejo en el que puedan mirarse y la hermandad no quiere perder sus orígenes. Estamos muy atentos porque son grupos que tienen muchas necesidades, pero cuando ofrecemos nuestra ayuda nunca hacemos distinciones ni pedimos un carné», subraya.