A finales de la década de 1970, la restauración científica entró de pleno en el mundo de las cofradías afrontando la recuperación de las imágenes principales de la Semana Santa. A la cabeza de aquella revolución estuvo el profesor José Hernández Díaz, como especialista en la escuela de imaginería sevillana, que dirigió y gestionó los estudios y proyectos que realizó el IPCE a través de los Hermanos Cruz Solís. Estas actuaciones fueron los primeros pasos en la aplicación de los criterios y metodologías internacionales de la restauración como ciencia, iniciando la concienciación por la conservación y la restauración especializada que hoy reina en el ámbito de las hermandades.

Era la primera vez que las imágenes barrocas afrontaban intervenciones de este tipo, por lo que los restauradores tuvieron que hacer frente a problemas muy profundos a través de procedimientos de gran alcance. Aparecen entonces las radiografías y el seguimiento fotográfico del proceso, arrojando imágenes y descubrimientos impactantes que hasta la fecha ni siquiera se imaginaban. Muchas de estas imágenes, como el Cristo de la Fundación tuvieron que viajar hasta Madrid, mientras que otras como el Gran Poder, Pasión o El Cachorro fueron intervenidos en Sevilla.

Ahora toda esta experiencia pionera y trascendental, pues sentó las bases de las estrategias actuales y de la formación de quienes hoy restauran profesionalmente las imágenes de la Semana Santa, ha visto la luz gracias a la digitalización de su archivo que ha realizo el IPCE del Ministerio de Cultura en estas últimas semanas. Los distintos informes publicados arrojan ahora luz sobre la gravedad de los problemas estructurales que padecía el Gran Poder, las devastadoras consecuencias del incendio en El Cachorro, el preocupante estado de la policromía del Cristo del Museo o de la Macarena, la distorsión que sufría el Crucificado de Los Negritos o la inestabilidad que podría haber causado daños irreversibles en las imágenes de Pasión o del Cristo de la Quinta Angustia.

Es indudable que esta información es importantísima para la historia contemporánea de nuestra Semana Santa, pero debe ser tratada con ciertos límites y específicamente para el fin con el que se realizó, es decir, debe ser considerada como una documentación puesta al servicio de la ciencia y de la conservación de bienes culturales. El apartado fotográfico que completa los informes contienen visiones de las imágenes en posiciones y estados impensables para la mayoría de los cofrades, algunas de ellas seccionadas, en posturas extrañas, desvestidas o con los estratos de la policromía separados. Entendiendo que este material no posee interés para el público general y que podría herir las sensibilidades, El Correo de Andalucía ha decidido no publicarlas ni difundirlas, pero sí recoger este feliz avance, que a buen seguro repercutirá positivamente en los trabajos de restauración al ampliar el conocimiento de todos los profesionales que velan por el estudio y conservación del patrimonio cofrade.