El principio y el fin de Triana

En la calle Castilla no hay solución de continuidad. Cada Viernes Santo ve desfilar a la cofradía más larga de nuestra ciudad, la que supone el discurrir consecutivo de las hermandades del Cachorro y de la O. Y es que, Viernes Santo es Triana y Triana supone decir calle Castilla. Palmas y ovación cerrada para recibir a la cruz de guía de una cofradía que abrió las puertas de su templo para saludar a la Virgen del Patrocinio. Tras su paso, la calle se tiño de raso morado. Un riachuelo de nazarenos que sabe a pasado tomó el mando. Por algo pertenece a la primera hermandad de Triana que cruzó el antiguo Puente de Barcas. Hoy, es la que cierra la Semana Santa del arrabal trianero.

El jorobaito de Triana no necesita más. Una cruz de carey y un monte de lirios morados para hacer sentir a su barrio la grandeza de la fe. Lo volvió a hacer este Viernes Santo. Nuestro Padre Jesús Nazareno salió sobre un paso que este año ha salido, por primera vez, completamente restaurado con cuatro nuevos querubines en la cornisa de los laterales. La banda de cornetas y tambores de Nuestra Señora del Sol puso sintonía a la salida de un Cristo humilde que resume a la perfección lo que quiere transmitir la hermandad de la O en la calle.

Tras el primero de los pasos llegó ella. Rosas para la Virgen de la hermandad trianera que ha llevado este Viernes Santo el cetro con el que fue coronada canónicamente en 2007. El paso de la imagen de Castillo Lastrucci casi rozó las puertas del templo que lleva su nombre. La genialidad del equipo de costaleros comandado por Rafael Ariza lo evitó. Cuerpos a tierra y la Virgen se puso en la calle. Olés y piropos para una dolorosa que puso rumbo a Sevilla sabiendo que no tendrá que esperar un año para volver a salir. Y es que, con motivo del 450 aniversario de la hermandad, la imagen mariana saldrá de forma extraordinaria el próximo 29 de octubre.