En el nombre de la Esperanza

Un séquito de plumas blancas recorrió este jueves la ciudad. Fueron los armaos de la Macarena, que visitaron a los enfermos del hospital Virgen del Rocío

24 mar 2016 / 22:46 h - Actualizado: 24 mar 2016 / 23:48 h.
"Cofradías","Jueves Santo","Semana Santa 2016"
  • Foto: José Luis Montero
    Foto: José Luis Montero

No eran lágrimas las que corrieron este jueves por las mejillas del capitán de los armaos, Ignacio Guillermo Prieto. No lo eran. Sus ojos eran el origen del que mana el caudal de la esperanza. No podía ser de otra manera.

Un nuevo Jueves Santo –y ya van catorce– la esencia de nuestra Semana Santa no hubo que buscarla en la recóndita esquina empedrada del casco histórico de nuestra capital. No. El sentido de la semana más sevillana estuvo en el corazón del barrio de Bami, en el hospital Virgen del Rocío.

Hasta allí llegó un séquito de plumas blancas. Venía del arco donde miran los ojos llorosos cuando van en busca de la esperanza. Esta vez no hubo que acudir hasta allí para encontrarla. Esta vez, la esperanza salió en busca de los que más la necesitaban.

Salió en busca de Reyes, de Alejandro, de Iván o de Lucía. Sólo son cuatro nombres que responden a cuatro niños que viven esta Semana Santa entre las paredes del hospital infantil del Virgen del Rocío. Pero los armaos llegaron hasta cada una de las habitaciones de la ciudad hospitalaria. Allí repartieron estampas, sonrisas y mucha esperanza. «No pueden imaginar lo que son capaces de conseguir con esta visita», dijo Reyes, madre de una de las niñas ingresadas en el centro hospitalario.

El hospital Virgen del Rocío es la primera parada de los armaos de la Macarena en la tarde del Jueves Santo. La primera y la que consigue romper el alma, a juicio de las miradas de los más de 120 romanos sevillanos que llegaron hasta el centro hospitalario en los seis autobuses que dispuso Tussam para la ocasión. Sus ojos lo dijeron todo. «Solo acariciar una de las manos que hoy hemos podido tocar recompensa nuestros esfuerzos», afirmó emocionado uno de los armaos que tuvieron la oportunidad de visitar el «ala más dura», en la que están los niños ingresados en oncología infantil.

Esta iniciativa surgió en el año 2002, cuando el subdirector de los Servicios Generales del Virgen del Rocío, Manuel Aparicio, solicitó al entonces hermano mayor, Juan Ruiz, que los armaos visitaran a los niños ingresados en el centro. Hoy, Manuel Aparicio es hermano honorario de los armaos. «Es un soplo de fuerzas y esperanza para todos los que aquí ven pasar los días», dice.

Tras visitar el hospital Virgen del Rocío, los armaos llegaron hasta la hermandad del Buen Fin, donde la banda de la Centuria ha cumplido este Miércoles Santo un cuarto de siglo tocando. Después recorrieron las calles que los llevaron hasta el convento de las Hermanas de la Cruz o a la Basílica del Gran Poder. Y de ahí se dirijeron hasta el lugar del que salieron. Ese rincón del que, a las doce de esta madrugada, emergió la que es Madre de todos los sevillanos.

Volvieron a la Basílica macarena y se encontraron con sus ojos. La miraron y le dijeron lo que, horas antes, el capitan de los armaos, Ignacio Guillermo Priego, ya planeó. «Cuando llegamos ante sus plantas, le contamos todo lo que hemos visto y le hacemos ver lo importante que es que estos niños no sufran. La Esperanza Macarena se acuerda de ellos», contó un Ignacio Guillermo Prieto con lágrimas en los ojos.

En el nombre de la Esperanza llegaron los armaos hasta el hospital Virgen del Rocío. En su nombre. En el nombre del rostro que hoy preside cada habitación del centro. Y es que, ellos dejaron testimonio de su presencia en todas ellas. «María no tiene más de dos meses. No se da cuenta de nada y está dormida. De todos modos, yo he querido dejar bajo su almohada una foto de la que la espera en el arco. Hasta allí llegará, junto a sus padres, cuando se haya recuperado», alcanzó a contar uno de los armaos cuando salió de la habitación. Y de esa habitación salió una madre que solo dijo una palabra: «Gracias».