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Pepe Garduño, en su domicilio, con una foto de la Esperanza Macarena. / Javier Díaz -
Imagen de Pepe Garduño en 1964, año de la coronación de la Macarena. / El Correo -
Una foto histórica de Pepe Garduño. / El Correo -
Una foto histórica de Pepe Garduño. / El Correo -
Pepe Garduño. / Javier Díaz
Muchos de sus compañeros lo definen como «el mejor vestidor de Sevilla sin discusión». José Alberto Garduño Navas ha fallecido la madrugada de este viernes a los 85 años de edad en el hospital Infanta Luisa de Triana, donde había ingresado en la tarde del jueves aquejado de un episodio de vómitos y tras varios días sin apetito.
Nacido el 12 de julio de 1932, Pepe Garduño pasará a la historia como el hombre que dotó a la Macarena de una impronta propia, despejándole las mejillas y el cuello, subiéndole el pico de la frente y sacándole el tocado por fuera del manto para que el pecho fuera más voluminoso. Fue vestidor de la Macarena durante 57 años, un servicio que abandonó en 2014 una vez pasados los fastos del cincuentenario de la coronación de la Esperanza.
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Aprendió el oficio de vestidor de su hermano Antonio y durante más de 30 años también destacó como fotógrafo, llegando a instalar un estudio en la Magdalena, Gard Estudios. Suyas son, por ejemplo, las famosas fotos de la Macarena con la mantilla, de la Virgen con la Giralda y las de la caja de mantecados.
Casado con Leonor, Pepe era padre de tres hijos, Macarena, Estrella y José Manuel. Destacó por su gran versatilidad a la hora de aderezar a las dolorosas, un auténtico genio en el arte del vestir que llegó a crear escuela y que ha sido muy imitado. Además de a la Esperanza Macarena, ha vestido a la Virgen de los Ángeles de los Negritos, a la dolorosa de la O y a la Estrella, última hermandad donde ha dejado su impronta como vestidor.
La primera vez que vistió a la Macarena fue de hebrera en el año 1959 y desde entones la dolorosa cambió por completo. «Antes, se le tapaba hasta las cejas y para que no se le viera la mancha, el tocado le tapaba media cara», comentaba él mismo. A sus manos se deben tocados como el pico macareno, el trébol, la rosa, el ocho, los encajes vueltos hacia arriba en los cuellos. «Yo no me cambio ni por el prioste ni por el hermano mayor de la Macarena», solía decir ufano entre risas. «Tenga en cuenta que tengo su cara a 15 centímetros».
José Manuel Lozano, su gran discípulo y actual vestidor de la Macarena, lo define como un «padre» y destaca, por encima de su faceta en al arte de vestir a las dolorosas, su gran bondad como persona.