De las definiciones del DRAE nos quedamos con la segunda acepción: monaguillo que ayuda al sacerdote en la misa y en otros actos litúrgicos. Entiéndase la Semana Santa y procesiones extraordinarias de hermandades –sacramentales, de penitencia y de gloria–, de carácter externo e interno dentro de este último ámbito (litúrgico).
Por norma habitual ocupan un lugar privilegiado puesto que anteceden al paso o a las andas con las sagradas imágenes. Pero también es frecuente verlos abriendo los tramos de Virgen en las cofradías.
Los acólitos, que suelen pertenecer al grupo joven de la hermandad a la que acompañan, pueden tener diferentes funciones y, por lo habitual, anteceden a las sagradas imágenes. De este modo, se sitúan justo detrás de la presidencia del paso, formando un nutrido y colorista cortejo. Dentro de él, suelen participar llevando la cruz parroquial (cruciferario), ciriales (ceroferario), los incensarios (turiferario) o el carboncillo para el incienso en las navetas, términos todos ellos que iremos desglosando en sucesivos capítulos.
En cuanto al hábito utilizado por los acólitos, están revestidos de un alba o túnica, por lo general blanca o negra y, encima de ella, una tunicela o dalmática, como también se la conoce por su parecido –tal es así que los cofrades utilizan este último término. Con este nombre se denomina la vestidura sagrada semejante a una casulla con mangas muy anchas de modo que la prenda extendida forma una cruz y es propia del diácono, el ministro de la Iglesia que ayuda al sacerdote en la misa–.
Para gustos, como siempre, los colores y para colores, habitualmente, los corporativos de cada hermandad aunque en ocasiones se atienda a un criterio más relacionado con la época litúgica –blanco en Pascua; morado en tiempos de cuaresma; negro en celebraciones penitenciales y celeste para la Inmaculada Concepción-. Suelen estar confeccionados sobre damasco o sedas y profusamente bordados en hilo de oro o plata; como consecuencia, forman parte del rico patrimonio de las hermandades. Un buen momento para observar estas prendas y no perderse un detalle es en el altar de insignias que se monta antes de la estación de penitencia.