En la romería en honor de Nuestra Señora del Rocío que estos días se celebra entorno a la festividad de Pentecostés en la aldea del mismo nombre, en Almonte, existe toda una jerga para dar nombre a determinados momentos, ritos u oraciones que se producen tanto en el camino como en el encuentro con la Blanca Paloma. En este sentido, los romeros de una localidad o parroquia que comienzan a peregrinar al encuentro con la Virgen requieren de una hermandad filial ya consolidada que amadrine sus primeros pasos y los enseñe poco a poco en la tradición de caminos y carretas según los cánones propios de esta celebración religiosa. Este grupo de nuevos rocieros finalmente conforma una hermandad, primero por la diócesis correspondiente y después como hermandad filial de la hermandad del Rocío Matriz de Almonte. La nueva corporación recibe el nombre de ahijada respecto a la que ha acogido su nacimiento. La hermandad de Triana fue la primera en ser amadrinada, concretamente por la Primera y Más Antigua de Villamanrique de la Condesa en 1813. En 1849 la Matriz amadrinaría a Coria del Río. Este año, por ejemplo, la hermandad del Rocío de Sevilla (El Salvador) realiza el camino conjuntamente con su ahijada, la nueva filial del municipio de El Viso del Alcor, en su estreno oficial, con carreta y Simpecado, peregrinando hasta la aldea. También existe la tradición de que en su primer año la ahijada va de la mano de su madrina en la presentación a la Patrona de Almonte en la puerta del santuario rociero. Estos vínculos iniciales, de formación y aprendizaje romero, generan posteriormente unas relaciones de confraternidad que se mantienen con el paso del tiempo. De hecho, llegado el aniversario fundacional de las corporaciones ahijadas, existe la costumbre de que éstas vuelven a presentarse de manera conjunta con sus madrinas.