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Altar de insignias de la Soledad de San Lorenzo. / El Correo
Poner una cofradía en la calle es una tarea que tiene que estar muy coordinada para que todo salga a la perfección y la estación de penitencia sea ejemplar. Una de las cosas que deben estar en perfecto estado de revista de cara a la salida procesional son todas las insignias que sacará la hermandad, y que normalmente sirven para separar un tramo de otro. Horas antes de la salida, los priostes de la junta de gobierno y sus ayudantes se habrán ocupado de colocar todas las insignias en uno de los altares del templo con, además, sentido de la estética.
El altar de insignias, al igual que ocurre con los pasos que portan las sagradas imágenes, es uno de los puntos de obligada visita cuando los cofrades hacen la tradicional visita a los templos horas antes de que salga la cofradía ya que es uno los mejores momentos para comprobar de cerca la riqueza de sus bordados, las novedades que estrena la cofradía o cómo a quedado uno de ellos después de ser restaurando.
El montaje del altar de insignias es uno de esos momentos, al igual que ocurre con el montaje de los pasos, que se hacen de forma íntima en el seno de la hermandad durante una larga noche, habitualmente. También es un momento de aprendizaje porque es justo el momento en el que los priostes y los hermanos más veteranos enseñan a los más jóvenes cómo se montan los pasos y cómo se organiza la cofradía el día antes de la salida. Es exactamente el mismo rito y la misma enseñanza que los ahora más veteranos recibieron en su día de los que entonces eran los más veteranos de la cofradía. De esta forma, queda garantizado el relevo generacional en el seno de la hermandad.