Guía cofrade: Andas procesionales (96)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

16 mar 2017 / 08:03 h - Actualizado: 16 mar 2017 / 08:03 h.
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  • El Señor de la Sentencia de la Macarena sobre sus andas procesionales. / José Luis Montero
    El Señor de la Sentencia de la Macarena sobre sus andas procesionales. / José Luis Montero

Son altares portátiles, propiamente dichos, con profusa decoración del sentimiento del hombre suplicante hacia Dios, rendido ante su inmenso poder. Hasta la celebración del Concilio de Trento, serán las cruces de las parroquias las que presidan los cortejos penitenciales. Sin embargo, tras dicho concilio, las imágenes tomarán el protagonismo, por lo que desde entonces, los pasos van a convertirse en altares itinerantes, reflejo mismo de esa Iglesia que siempre está en movimiento... de esa Iglesia que camina y peregrina en procesión. En el primer paso se representa habitualmente algún episodio de la Pasión de Cristo, quedando únicamente hoy día como alegóricos, como el del Triunfo de la Santa Cruz sobre la Muerte de la hermandad del Santo Entierro y el del Sagrado Decreto de la hermandad de la Santísima Trinidad. Evangélicamente, la disposición es correcta, pues Jesús va primero y la Virgen después, siguiendo los sufrimientos de su Hijo hacia el Calvario. Sin embargo, litúrgicamente, esta disposición debemos considerarla errónea, pues en los cortejos católicos siempre tiene que presidir la figura de Dios, y en las procesiones, como en cualquier desfile civil o militar, la máxima autoridad va en último lugar, como también ocurre en la procesión del Corpus Christi, pero, ¿pensamos en la Semana Santa de Sevilla que la Macarena antecediese al Señor de la Sentencia o la Esperanza del Triana al Santísimo Cristo de las Tres Caídas? Desde luego, sería impensable. Por tanto la cronología que vemos durante la Semana Santa, es reflejo vivo de los afanes catequéticos surgidos tras la Contrarreforma, siendo los relatos de los Evangelios los que asientan la teatralización de los episodios de la Pasión de Cristo y, por tanto, la disposición de las andas procesionales, primero los pasos de Cristo y detrás los pasos de Virgen. En este sentido, capital contribución del arte hispalense al amor a la Madre de Dios será el paso de palio, que surge a principios del siglo XVII y que conllevó una extensa polémica litúrgica pues era una distinción propia de los emperadores bizantinos, recuperada por la liturgia romana para proteger simbólicamente la realidad providente de Dios altísimo, pero también utilizada por los monarcas para simbolizar el poder temporal venido directamente de Dios.