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El Gran Poder regresa por el andén cuando se clausuró el Año de la Misericordia. / Manuel Gómez
Aunque las definiciones que admite el Diccionario de la Real Academia de la Lengua no podrían aplicarse específicamente, para los sevillanos, y sobre todo para los cofrades, el andén por antonomasia es el andén del Ayuntamiento. No se trata de esa acera a lo largo de la vía del tren en las estaciones de ferrocarril que permite el acceso a los pasajeros, tampoco es el muelle de un puerto, ni la acera de un puente... quizás la acepción que más se aproxime sea la quinta que recoge el DRAE: corredor o sitio destinado para andar. En cualquier caso, es la acera ancha ante la fachada principal del Ayuntamiento de Sevilla en la Plaza Nueva, delimitada por una hilera de naranjos que la separa del resto de esta gran ágora.
Para los cofrades hablar del andén era sinónimo de Lunes Santo, pues una estampa clásica de la jornada era el paso de la Hermandad del Museo a su vuelta por este punto. Cientos de sevillanos se congregaban ante el Ayuntamiento para presenciar el paso de la cofradía y especialmente el palio de la Virgen de las Aguas a los sones de la marcha Amarguras interpretada en tres ocasiones en una chicotá que podría llegar a los 20 minutos. Sin embargo, la hermandad decidió hace tres años cambiar su recorrido de vuelta con el objetivo de entrar antes en su templo –toma ahora por García de Vinuesa y el entorno de Molviedro–, de modo que ha dejado de pasar por este andén que ahora estrena cada Viernes de Dolores el Cristo de la Corona y que sí mantiene en su itinerario de vuelta la Hermandad del Santo Entierro. También la Hermandad de Los Panaderos pasaba cada Miércoles Santo por este andén de regreso hasta que se decantó por tomar por El Salvador.
El andén es también casi visita obligada de las hermandades en sus salidas extraordinarias, así como tras las coronaciones de las dolorosas, que suelen recibir en la puerta del Ayuntamiento la Medalla de la Ciudad o, si ya la tienen, son aquí cumplimentadas por la corporación; y es en este punto donde se despiden las representaciones tanto institucionales como del resto de hermandades que han formado parte del cortejo una vez que sale de la Catedral. También aquí el Señor del Gran Poder de regreso a San Lorenzo, tras su participación en el jubileo de las hermandades del Año de la Misericordia, recibió el saludo protocolario de la corporación municipal al tiempo que la Banda Municipal interpretaba Ione.