Guía cofrade: Arriar (321)

La Guía Cofrade explica hoy el recipiente en el que los acólitos portan el incienso que después se quemará en el incensario

03 ene 2018 / 10:49 h - Actualizado: 03 ene 2018 / 10:49 h.
"Cofradías","Guía cofrade"
  • Costaleros del paso de palio de la hermandad de la Sed, instantes después de arriar el paso. / Javier Díaz
    Costaleros del paso de palio de la hermandad de la Sed, instantes después de arriar el paso. / Javier Díaz

De nuevo damos cabida en esta Guía Cofrade de El Correo de Andalucía a un término propio de la jerga del mundo del martillo y la trabajadera. Arriar el paso es la acción mediante la cual los costaleros culminan una chicotá y asientan de nuevo los cuatro zancos en el suelo. Diríase que es la acción opuesta a la de las levantás. Cuando el capataz manda arriar el paso con un «Ahí queó», los costaleros detienen su marcha, abren las piernas –adelantando un poco el pie izquierdo sobre el derecho– y van descendiendo levemente su cuerpo hacia tierra hasta que los cuatro zancos tocan el suelo. Dicen los especialistas que a los costaleros no les fatiga tanto el trabajo que desarrollan debajo del paso como las levantás y arriás para alzarlo y dejarlo en el suelo, respectivamente, de ahí que los grandes capataces se ocuparan siempre de que el trayecto que se recorre en las arriás y las levantás fuera lo más corto posible. En ocasiones, el capataz complementa esta voz de mando de arriar el paso pidiendo a sus costaleros que lo hagan «por parejo» o «sin tirarlo», esto es, que la bajada a tierra de los cuatro zancos se realice de la forma más armónica y conjuntada posible, todos a una, de manera que ninguno de los cuatro pateros tome ventaja en esta acción. La arriá se hace entonces muy poco a poco, aguantando la inercia del paso. Dice el recordado Emilio Velázquez Mijarra en su libro Léxico de capataces y costaleros (Ediciones Guadalquivir, 1994) que mientras los capataces antiguos procuraban hacer la arriá del paso de una forma rápida y aliviada para no castigar en demasía a sus hombres, los capataces de hoy en día ejecutan esta suerte con parsimonia, siempre por parejo, constituyéndose con ello la arriá en otro alarde de la cuadrilla de costaleros.