Guía cofrade: Capelo (205)

Hablamos en este capítulo sobre la acepción de este término más relacionada con la heráldica

07 sep 2017 / 09:15 h - Actualizado: 07 sep 2017 / 09:17 h.
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  • El escudo de la hermandad de la Mortaja luce un capelo. / Manuel Gómez
    El escudo de la hermandad de la Mortaja luce un capelo. / Manuel Gómez

El capelo es el sombrero encarnado e insignia de los cardenales. Confeccionado en paño y forrado de seda, tiene grandes cordones, realizados en este último material, que forman lazos a ambos lados. Tiene su origen en los sombreros de peregrinos. Sin embargo, la acepción que más nos interesa tiene que ver con la heráldica, porque en este campo existe relación con algunas hermandades sevillanas.

La Iglesia empezó a utilizar el galero –sinónimo de aquel término– desde el siglo XIV aunque fue Pío X quien reguló su uso en 1905. En función de la jerarquía eclesiástica, lo encontramos de un color u otro y con más o menos borlones. La experiencia es un grado y la autoridad, también. Doctores tiene la Iglesia y cada uno con su capelo.

Así, cuando se alude a un cardenal es de color púrpura y posee 15 borlas en cada extremo, que parten de una y se van incrementando de forma sucesiva hasta llegar a una fila conformada por cinco. En nuestras hermandades, Los Negritos, La Mortaja y La Resurrección lo tienen en sus respectivos escudos corporativos.

Diez borlones tienen los capelos que representan a los arzobispos. En este apartado, encontramos a las hermandades de Padre Pío, por su estrecha vinculación con fray Carlos Amigo Vallejo; Los Gitanos y La Soledad de San Buenaventura. La cofradía conventual lo incluyó en sus reglas cuando el obispo de Cádiz aceptó su ingreso en esta corporación, allá por 1851.

Pero no termina ahí la categorización. Los obispos y abades pueden utilizar un capelo de color verde y seis borlones; diez usan los prelados y así, hasta un sinfín de puestos en la curia –vicarios, canónigos, arciprestes...– hasta llegar a los diáconos, que deben conformarse con un capelo de color negro sin borla alguna.

Donde sí hay coincidencia es en la ubicación en los diferentes escudos. Siempre ocupa la parte denominada timbre, es decir, la superior. Bajo el capelo, toda una amalgama de objetos que responden a motivos tan diversos como el lugar de origen de la hermandad, lemas, relaciones con casas nobiliarias, vínculos con parroquias y con órdenes eclesiásticas y militares, anagramas –estos dos últimos términos, abordados en recientes capítulos– y símbolos de la Iglesia Católica, por citar algunos.