Guía cofrade: Casquillo (385)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

08 mar 2018 / 07:00 h - Actualizado: 08 mar 2018 / 10:28 h.
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  • El Gran Poder en su salida extraordinaria de 2016. / Manuel Gómez
    El Gran Poder en su salida extraordinaria de 2016. / Manuel Gómez

El casquillo o casquete es el remate que se coloca en cada uno de los cuatro extremos de la cruz que, sobre un paso de Semana Santa, porta el Señor o en la que está crucificado. En ocasiones, recibe el nombre de cantonera aunque este último término, en el argot cofrade, también hace referencia a la pieza de metal noble que se usa en las esquinas de los libros de reglas de las hermandades para dotarlos de firmeza o bien como un mero adorno.

La Real Academia de la Lengua define este término como el anillo o abrazadera de metal que sirve para reforzar la extremidad de una pieza de madera. Estas piezas de orfebrería suelen estar realizadas en plata de ley, con un baño de oro –cinceladas a mano– y responden a un estilo barroco, por lo general. Hay hermandades que se decantan por esta ornamentación, como son los casos del Gran Poder, Los Gitanos o El Amor, y corporaciones que muestran una cruz arbórea más sencilla, sin más añadidos que la célebre inscripción del INRI, como sucede con El Cachorro, la Hiniesta o Los Estudiantes.

Tampoco es condición indispensable que la cruz esté en contacto directo con la talla. En el primero de los pasos del Baratillo, la cruz, adornada con esas cantoneras, aparece tras la Piedad, con el sudario y las escaleras que representan los elementos utilizados para bajar el cuerpo inerte de Cristo.

Hay remates que se caracterizan por su extrema sencillez y una sobriedad no exenta de belleza y otros que destacan por un complejo diseño. En este sentido, los casquetes de estilo neobarroco de la Estrella, cuya cruz está tendida sobre el canasto, muestran distintos elementos de la Pasión de Jesús, entre los que destacan los más vinculados con el pasaje que representa el misterio de la calle San Jacinto, como son la túnica, los dados, la copa de vino mirrado o la barrena. Entre las cartelas se recorta sendos casetones calados que dejan ver la propia madera de la cruz. La terminación se realiza mediante cuatro arbotantes que sostienen una perilla final, con forma de estrella de ocho puntas, que evoca los nudetes de los varales del palio. Todo un compendio de simbología.