Guía cofrade: Cobrador (282)

El capítulo 93 de la Guía Cofrade explica qué es lo que se entiende por Santo Entierro Grande o Magno y su evolución a lo largo de la historia

23 nov 2017 / 06:09 h - Actualizado: 23 nov 2017 / 11:53 h.
"Cofradías","Guía cofrade"
  • José Peña, cobrador del Divino Perdón de Alcosa. / Juanma Rodríguez
    José Peña, cobrador del Divino Perdón de Alcosa. / Juanma Rodríguez

Todas las hermandades han tenido siempre –de toda la vida, como se suele decir– la figura del cobrador. Esta persona era la encargada de ir personalmente al domicilio de todos los hermanos de la cofradía para ir cobrando la cuota que todos deben abonar por pertenecer a la misma.

Con la tecnología, que avanza a pasos agigantados día tras días, casi todas las corporaciones fueron eliminado esta figura porque la domiciliación del recibo a través del banco era cada día la práctica más habitual. Los hermanos ganaban en comodidad aunque se ha perdida la cercanía de que una persona de la cofradía se acercara al domicilio para cobrar la cuota. Pero esta visita no era simplemente un hola y adiós, sino que muchos de ellos están tan unidos a la hermandad y han estado tantos años cobrando los recibos que en muchas casas ya lo consideraban como uno más. Así, muchos de ellos podrán contar cientos de anécdotas ya que si por casualidad llegaba a cobrar el recibo antes del almuerzo, es muy probable que muchas veces lo hayan invitado a sentarse a la mesa con el resto de la familia. O a tomar el café si el timbre de la puerta sonaba cuando la cafetera estaba recién puesta.

Con la domiciliación bancaria la hermandad ha ganado también en cierta seguridad en el cobro de las cuotas. Con la figura del cobrador, era también muy probable que cuando acudiera al domicilio no hubiera nadie en casa, o que el hermano le pidiera que pasara otro día porque justo en ese momento no tenía para abonarle la cuota, o porque el mes se había presentado torcido –económicamente hablando– y le pedía cierto tiempo para poder hacer frente al pago. Con el banco, lo habitual es que la entidad colaboradora abone el recibo y aunque no hubiera dinero en la cuenta, ya se encargarán de cobrarle al titular. A pesar de estos avances, algunas hermandades mantienen la figura del cobrador. El de toda la vida.