El contraguía es el auxiliar del capataz de un paso que ocupa los puestos traseros del mismo, junto a las patas o zancos, al objeto de ayudar o auxiliar al capataz titular a la hora de mandar y gobernar la dirección que toman los costaleros. Los auxiliares que ejercen como contraguías son especialmente importantes a la hora de reiterar las órdenes que manda el capataz en la delantera. Así, suelen repetir los mandos para garantizar que en las últimas trabajaderas, especialmente los pateros, han escuchado las decisiones de la persona que manda y toca el martillo. Los contraguías, además, suelen adelantarse a numerosas acciones y corrigen a menudo las llamadas para garantizar que el paso transite por las calles y termine de girar sin mayores inconvenientes.
En todos los equipos de capataces hay varios contraguías. Es habitual que sean personas que vienen del mundo de abajo, o sea, de los costaleros que una vez retirados pasan a engrosar las filas de los hombres de confianza de quien fue su propio capataz. Es muy importante que exista una armonía estrecha y un alto grado de conocimiento entre el capataz y el contraguía. De hecho, en muchas ocasiones el intercambio de órdenes se hace con gestos e incluso con miradas. La sintonía, por tanto, entre las partes será definitiva para el buen funcionamiento del equipo.
La visión que tiene del paso el contraguía, que es el hombre que se ubica en el lugar contrario al que guía –de ahí su nombre- es una visión trasero-lateral. Por tanto, el ángulo que domina es fundamental para el gobierno del paso. De manera permanente observa uno de los laterales del paso y toda la trasera. Observa y cuida todo lo que acontece en este punto y transmite las órdenes además de tener informado al capataz, sea el primero o el segundo, de cualquier evento que acontezca y que se escapa de la visión de los capataces principales.
El contraguía, de modo general, fija el paso. Técnicamente lo hacen los costaleros pero es el contraguía el encargado de terminar de cuadrar y «poner en su sitio» los zancos cuando el capataz ha dado la orden de maniobrar. Vienen a ser la prolongación de los ojos o la vista del capataz en la trasera de los pasos, un lugar o espacio de difícil dominio desde la lejanía. Numerosos contraguías pasaron por esa obligación antes de llegar a ser capataces de sus cofradías