Muchas de las personas que a diario entran al patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla se habrán preguntado por qué hay un lagarto de varios metros colgado del techo. Pero no sólo cuelga este reptil sino también un colmillo de elefante, un bocado de caballo y un bastón de mando.
La leyenda más extendida para explicar la causa de estos elementos nos lleva hasta el año 1260, cuando el sultán de Egipto quiso casar a su hijo mayor con Berenguela, la hija del rey Alfonso X y nieta, por lo tanto, de Fernando III el Santo.
Con la intención de conseguir estas nupcias mandó a la capital sevillana desde Egipto una delegación cargada de suntuosos regalos, entre los que se encontraban el colmillo del elefante, un cocodrilo vivo del río Nilo así como una jirafa. Como el monarca Alfonso X no estaba de acuerdo con el matrimonio que planteaba el sultán egipcio mandó de regreso a los emisarios aunque se quedó el reptil, que fue disecado una vez muerto, y la jirafa. Con el paso del tiempo, se añadió a esta colección de regalos la vara del embajador de Castilla que viajó a Egipto para rechazar la petición de matrimonio.
El lagarto actual que cuelga del patio de los Naranjos de la catedral sevillana, y que recuerda esta historia, está tallado en madera y data del siglo XVI, aunque es muy posible que su estructura fuera la del cocodrilo original del río Nilo. Hace unos años fue sometido a una restauración dado que presentaba un avanzado estado de deterioro.