El eco lastimero del lúgubre tañer de sus esquilas en esa atmósfera densa y tétrica que se crea en el compás de la iglesia exconventual de la Paz, cuando los enlutados nazarenos de la Sagrada Mortaja retornan a casa en la madrugada ya del Sábado Santo, es uno de los sonidos más singulares y sobrecogedores de la Semana Santa sevillana (tanto es así que hay cofrades que tienen este característico tilín como melodía de móvil). La del muñidor es una figura prácticamente extinguida en la actualidad. Su vigencia en la Semana Santa ha quedado reducida a su presencia en el cortejo de la cofradía de Bustos Tavera. Antaño, sin embargo, este personaje desempeñó un papel importantísimo en nuestras hermandades y cofradías, sobre todo en los siglos XVI, XVII y XVIII, cuando el perfecto cumplimiento de sus funciones resultaba de vital importancia para el correcto discurrir de la hermandad.

Además de participar en el desfile procesional de la hermandad con ropón de terciopelo y campanilla, abriendo paso y anunciando la presencia de la cofradía, al muñidor le estaban encomendadas otras funciones como criado de cofradía. De este modo, avisaba a los hermanos de las fiestas, entierros, juntas y demás actos a que debieran concurrir, desempeñaba funciones de portero, recaudaba fondos por la ciudad cuando así lo señalasen los alcaldes o mayordomos, cuidaba y limpiaba la capilla de la hermandad... Con el paso del tiempo, y una vez que las funciones encomendadas al muñidor fueron desempeñadas por otras instituciones –caso del servicio de correos– y otras personas –como el cobrador, el sacristán o el prioste–, nuestro personaje fue desapareciendo lentamente de la estructura organizativa de las hermandades, quedando relegado a modo de reliquia al desfile procesional que realizaba la hermandad en Semana Santa. Aún hoy, esta figura del muñidor, con esquila doble que hace sonar de forma intermitente, persiste en la hermandad de la Sagrada Mortaja desde 1928. La austera silueta y los ropones de antaño de tan singular personaje de la Semana Santa sevillana nos recuerdan, aun hoy, el inicio de una cofradía en otros siglos.

En las Reglas de la hermandad de la Mortaja se dice acerca del muñidor y de su participación en la procesión: «Abrirá marcha el fiscal de cruz, seguido del muñidor vestido de ropón de damasco negro con el escudo de la Hermandad y portando la doble campanilla que tañerá con objeto de atraer la atención de los fieles a la meditación del sublime momento de la Pasión reflejado en nuestro Misterio; a su lado irán dos servidores vestidos de librea, portando faroles de mano a manera de linternas».