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El fervorín se suele realizar en el templo antes de comenzar la estación de penitencia. / Paco Cazalla
La Real Academia de la Lengua dice que fervorín significa «cada una de las jaculatorias que se suelen decir para enfervorizar o enfervorizarse». En el caso de las hermandades, no quiere decir que se quiera enfervorizar al colectivo de hermanos, normalmente antes de realizar la estación de penitencia, sino de prepararles espiritualmente para que el sacrificio que van a realizar cumpla su sentido religioso y no se convierta en un simple paseo que uno realiza por gusto o tradición y completamente ajeno a la fe.
El fervorín en el mundo de las cofradías, como decíamos, se suele realizar en los momentos previos a la estación de penitencia y suelen llevarlos a cabo tanto el hermano mayor como el director espiritual de la hermandad. En el mismo, ambos suelen recordar el sentido de la estación de penitencia, las recomendaciones más básicas para el nazareno para que todo el cortejo transite con el rigor y el decoro que requiere la ocasión, y también qué hacer si por cualquier causa ocurriera alguna incidencia al nazareno y este necesite ayuda.
El fervorín normalmente se realiza en alguna de las dependencias de la casa de hermandad, en la iglesia o capilla de la corporación, dependiendo también del número de nazarenos que tenga la cofradía y del espacio que disponga. Como normalmente hay más nazarenos que espacio físico para que estén todos juntos, algunas hermandades han habilitado un sistema de megafonía para que todos puedan escuchar el fervorín al mismo tiempo.
Otra práctica muy habitual en las hermandades sevillanas es dar estas indicaciones cuando el hermano acude a retirar la papeleta de sitio, ya sea impresa en el reverso de la propia papeleta o bien en otro documento impreso.